- ¿En dónde te habías metido, Bill?- dijo seria. Después
miró a Thomas, y negó un par de veces, con desapruebo.
- ¿Está bien si Thomas se queda para desayunar?- Asintió.
- No hay problema, Bill, pero antes dime en dónde
estabas.
- Estaba con Thomas. Anoche me sentí mal y él me ayudó;
me llevó a su casa.
- Está bien, y muchas gracias Thomas.- él bajó la mirada.
–Ahora hago el desayuno, mientras pueden subir a tu habitación, ¿sí?
- Bueno, vamos.- subimos por las escalera. Thomas se
detuvo frente a la puerta que estaba junto a la mía, se acercó un poco más y
tocó con la yema de sus dedos una calcomanía de una caricatura. Después sacó
una sonrisa cansada. -¿Qué pasa, Thomas?- me miró, negando, aún con la sonrisa.
- Solía ver estas caricaturas cuando era un niño.-
sonreí. -¿Esta antes era tu recámara?- negué.
- Por un largo tiempo, mamá me lo ocultó, pero después,
me confesó que es la habitación de Niklaus.
- ¿Tu hermano?- asentí. -¿Tu mamá entra aquí para
recordarlo?- negué.
- Mamá se pone muy mal cuando hablamos de Niklaus, por
eso ella no entra nunca.
- ¿Y tú?
- Yo tampoco entro, ya hace un par de años que no entro.-
Tragué saliva con pesadez y me lamí los labios. Sentí algo de indecisión, pero
de alguna forma confiaba demasiado en Thomas, así que decidí que lo diría.
-¿Quieres mirarla?- Negó y se rascó las sienes.
- No quiero que te pongas sensible con esto, mejor me la
enseñas otro día.- bajé la mirada.
- Si soy honesto… conocí a Niklaus cuatro años, en los
cuales solo dos años estuve consciente de que era mi hermano. Ni siquiera lo
recuerdo por completo, no me pongo mal cuando lo recuerdo.
- ¿Ni siquiera porque lo secuestraron?
- Bueno, claro que me siento muy mal por eso…lo recuerdo
tan claro... pero fuera de eso yo, no recuerdo nada más de él.- tomé la perilla
de la puerta y la abrí. Mi corazón latió fuertemente al mirar esa habitación
nuevamente.
La cama estaba hecha, con las mismas sábanas de
astronautas bordados; la ventana con las cortinas blancas, inmóviles. Estaba la
mesa de noche con los cajones llenos de calcomanías de caricaturas y una
lámpara blanca sobre la misma. Animales de felpa acomodados en el suelo, junto
a un carrito rojo. La pared era azul cielo, casi blanca, y había un pequeño
ganchito que sostenía mochilas y cachuchas de Niklaus. Era todo lo que había,
salvo que dentro del armario había más cosas que nadie, solo mamá, podían
tocar.
- Siempre está así.- Thomas miraba todo, podía notar que
temblaba levemente. –Observa.- caminé a los cajones y abrí uno de ellos, saqué
una playera de mi hermano. Era negra, con letras amarillas. –Si hueles su ropa
aún huele al jabón con el que mamá solía lavarnos la ropa. –Se la pase a las
manos y él olfateó.
- Mi madre usaba uno distinto. A veces me pedía que le
ayudara.- bajó la mirada. -¿Puedo mirarla?- asentí. Él desdobló la playera con
delicadeza y sonrió al mirar lo pequeño que era. –Es muy pequeña, demasiado.
- Nacimos un poco más pequeños de lo normal, mamá nos
ponía ropa para niños de tres años.
- Según mi madre yo también nací un poco más pequeño,
pero siempre me puso ropa como esta.- se tocó su ropa. –Siempre más grande de
lo que debería.- sonrió, y dobló la playera de nuevo, pasándomela.
- ¿A tu hermano también?- negó.
- Siempre usaba la mejor ropa.
- ¿Alguna vez les dijiste que no te gustaba cómo te
trataban?- dije, mientras ambos salíamos de la habitación.
- Un día se los dije a ambos.
- ¿Y?
- Terminé golpeado por los dos, llorando en mi cama. Era
pequeño, creo que tenía siete años.- retorcí la quijada, mientras cerraba la
puerta y bajábamos por las escaleras.
Mamá había hecho la mesa, con una cantidad insana de
comida. Los ojos de Thomas se iluminaron, nunca lo vi de esa forma. Nos sentamos
en el comedor; mamá subió a la recámara con papá y nos dejó solos.
- ¿Qué pasa, Thomas?
- Oh… nada…- sonrió, y enseguida bajó la mirada.
Comíamos en silencio. Yo miraba a Thomas mucho más de lo
que solía hacerlo; algo le pasaba, y estaba seguro de ello. Cómo su voz se
entrecortaba al hablar de su infancia o vida privada; cómo miraba la ropa de mi
hermano, con tanta ternura… cómo de repente, su genio se calmaba y se convertía
en el “verdadero Thomas”, el que siente y llora, el que sonríe a los otros ríe
con ellos. Ese es el Thomas que yo veo cuando le miro los ojos, ese es el
Thomas que se refleja en sus ojos cuando está herido.
El Thomas por el que yo, sin pensarlo, ayudaría hasta
gastarme las uñas.
Después de comer, los dos subimos a mi recamara. De nuevo
estábamos en silencio, pero al parecer ninguno de los dos lo considerábamos un
silencio incómodo o inaguantable. Me iba más a la posibilidad de que ambos
teníamos muchas cosas que decir, y tratábamos de formular bien nuestras
palabras. Aún así ninguno se decidió por hablar.
- Hmm…- suspiró con fuerza, cansinamente; se tomó una
rasta y la se hacía caricias con ella en el cuello.
- ¿Qué pasa?- me miró, serio. Después negó y jugó con esa
perforación.
- ¿Sabes perdonar?- arrugué la frente, mientras él me
miraba serio, esperando la respuesta.
- Bueno… sí, creo que sí.
- ¿Perdonarías a la persona más mala del mundo?
- Sí, supongo que sí.
- ¿Incluso a la persona que se llevó a tu hermano?- me lo
pensé bien, pero no me tomó más de unos segundos para asentir.
- La perdonaría.
- ¿Aunque tu hermano haya fallecido?- asentí. -¿Por qué?
- No sé… creo que todos merecemos una oportunidad más.
Incluso la persona más castrante o mala.
- Pero puede haber personas que han matado o abusado de
sus hijos, sin importarles las oportunidades que alguien les dé.
- Tal vez necesitan ser escuchados, tal vez necesiten a
alguien que intente comprenderlos.- negó.
- ¿Perdonarías a mis padres por sacarme de una familia,
por golpearme y prostituirme?
- Sí, pero ellos deben estar arrepentidos de verdad por
eso.
- hmm
- ¿Por qué me preguntas esto?
- Eres una buena persona, niño… pero yo no los perdonaría
por destrozar a una persona que no tiene nada que ver con ellos. ¿Cómo sé que
mis padres biológicos siguen buscándome?... Quizá ya hasta me dieron por muerto…
- No lo creo.
- ¿Tus padres siguen buscando a Niklaus?
- Papá se dio por vencido hace poco…
- ¿Y tu mamá?
- Ella lo abandonó todo, intenta hacerse la idea de que
mi hermano está muerto, pero sé que aún hay algo que la hace tener esperanzas.
- ¿Y tú?
- Cuando comprendí que mi hermano había sido secuestrado,
pregunté a mamá que era realmente un secuestro. Ella comenzó a gritarme mientras
lloraban; me dijo que personas malas se habían llevado a mi hermano, que podían
lastimarlo y hasta matarlo.- ladeo la cabeza. – Para un niño de cuatro años,
escuchar los sollozos de mi madre y sus palabras, me hicieron tener mucho
miedo.
- ¿No lloraste?
- No. Sentía que había sido mi culpa.
- ¿Por qué?
- Yo tomaba la mano de mamá y la de Niklaus para cruzar
la calle. Lo arrebataron de mi mano, y yo no pude hacer nada, solo mirar a mamá
y decirle que un hombre lo había cogido.- Bajé la mirada. –Puedo recordar sus
gritos claramente, y después los de mamá, tratando de perseguir el auto en el
que lo habían llevado.
>> Me puse mal, me llevaron con médicos. Y al pasar
solo un año, lo olvidé todo casi por completo. Era feliz, y eso ponía a mamá
más tranquila. No es que no siga esperando que vuelva, es que por muchos años
no sabía de su existencia, así que no le prestaba importancia.
- De verdad me da pena oír eso. Pero tú no eres culpable
por lo que le pasó. Al menos si yo fuera ese hermano tuyo, nunca te culparía
por lo que pasó.- sonreí.
- Gracias…
- Sabes, me pasó algo…
-¿Quieres contarme?
- Bueno, fue hace diez años…
By tom
Flashback
- Thomas, es hora de comer, ¡baja pronto!- corrí
escaleras abajo, torpemente. Caminé al baño, ahí estaba Rony, intentado tomar
el jabón de manos; con un pequeño salto, pude tomarlo, dispuesto a pasárselo,
pero él me miró enojado.
- ¡Yo estaba primero!
- Ya sé, solo…
- ¡Mami, Thomas me quiere ganar el jabón!
- ¡THOMAS!- la miré acercarse a mí y apretar mi mano
hasta que soltara la barra de jabón. Cuando lo hice, ella lo tomó y se la dio a
Rony, mientras acariciaba su cabeza. -¡Ya sabes que Rony va primero!
- Yo solo le quise ayudar con el jabón…- bajé la mirada.
- El puede hacerlo solo, no necesita de una criada.
Después nos sentamos en la mesa, mamá me sirvió arroz y
huevo. Miré el plato de los demás. Ellos tenían un pedazo de carne que olía
delicioso. Me confundí de pronto, no comprendí mucho lo que pasaba.
- Mami…
- Jane.
- Jane… ¿puedo comer yo de eso?...- negó. -¿por qué?
- Dime una cosa, ¿crees que te lo mereces?
- Le ayudé a mi hermano a tomar el jabón…
- Dile Rony, él no es igual que tú.- asentí. –Y no le
ayudaste, querías ganarle. Ahora volveré a preguntar, ¿lo mereces?
- No…
- Entonces come eso.- asentí.
- No me gusta el huevo…- papá me miró serio.
- ¡Cómetelo!- lo piqué hasta reventar la yema del huevo. Traté
de apartarlo del arroz, pero era tarde, se había combinado todo.
- ¡Mami, se me arruinó!...
- Vas a acabártelo.
- No quiero… que asco…- sentí una fuerte palmada de papá
en mi nuca.
- ¡Cómelo!- negué.
- No quiero, no quiero, no quiero.- mamá se levantó de la
silla y me tomó por los brazos, obligándome a subir por las escaleras. Me
encerró en mi recámara y tomó un zapato mío.
- ¿Crees que está bien desechar la comida?- negué. -¡eres
un idiota!- me pego en la espalda con el zapato, hasta hacerme llorar con
fuerza, hasta cansarse.
- Ya, mami…perdón…ya no me pegues…
- ¡Ya sabes cómo debes llamarme tú! ¡Tienes ocho años, Thomas,
deberías comportarte como tal! - me dio un manotazo en la mejilla.
- Jane…
- Vas a quedarte aquí hasta mañana.- se salió y me
encerró.
- ¡Mami, por favor!, ¡ábreme!, ¡ábreme!
Flash now
- Dos veces Derek entró para hacerme callar a golpes.
Pero no lo hice, le grité a mi Jane para que me sacara de ahí hasta quedarme
dormido.