sábado, 2 de junio de 2012

capitulo 15


- Bill- se escucharon los nudillos de su madre tocando a la puerta.

- ¡entra, mamá!- la puerta se abrió tan solo unos segundos después de lo dicho por Bill. Su mamá sonrió con una charola en sus manos llena de comida.

- les  traje algo para cenar.- entró y puso la charola en una mesita que estaba frente a la tele visión.

- Gracias, mamá.- sonrió. –Thomas se quedará a dormir esta noche.

- está bien.- dijo mientras asentía y después salió del cuarto. Bill se levantó de la cama y camino hacia la charola, levantándola en sus manos y guiándola a su cama.

- ¿tienes hambre, Thomas?- preguntó mientras metía algo de la comida en su boca.

- no.- sonreí.

- ¿estás seguro?, esto es delicioso, creo que mamá es la que quiere impresionarte a ti.- con su lengua limpio la comida que se quedo en sus labios y después volvió a meterse más.

- ¿quiere impresionarme? Por favor, Bill, no digas tonterías.

- lo digo enserio, nunca cuando estoy solo cocina tan rico, ni siquiera cuando están mis amigos.

- tal vez solo le nace del alma cocinar cuando te ve feliz.

- ¿cuándo me ve feliz? no te entiendo.

- verte mal para tu mamá es difícil, me dijo que nunca estabas completamente feliz.

- mi mamá no me conoce, ella no sabe nada de mí.- dijo enojado, apartando la comida de su lado.

- ¿ya ves? Cuando estás bien, de pronto te pones enojado.

- no me pondría enojado si las personas no dijeran comentarios tan estúpidos.

- bueno, entonces ya no hablo más.- rodeo los ojos y se acostó.

Después de unas horas deshicimos la cama y nos metimos en ella. Nunca había sentido un olor tan agradable como el que se desprendía de las sabanas de Bill, y una comodidad tan afelpada en las almohadas. Por fin dormiría bien.

[…]

- Thomas…Thomas…- sentí mi cuerpo moverse con fuerza, y a pesar de que ya lo había escuchado, fingí estar durmiendo todavía. -¡Thomas!

- ¡¿Qué mierda quieres?!

- podemos ir ahora, mamá ya está dormida.

- ¿cómo sabes eso?

- a esta hora ya está dormida, siempre lo está.

- a esta hora todos están dormidos, Bill.- me ignoró y camino hacia la puerta, colocando ambas manos en la perilla de la misma. Pareció no tomar la suficiente fuerza para abrirla, pero después de escuchar el fuerte golpe que me hizo brincar con sorpresa, me di cuenta de que no fue así.

- …mierda…- quitó sus manos de la perilla, ardiendo en furia. -¡cerraron la puerta!, ¡nos dejaron encerrados!

- bien, entonces nos quedamos y dormimos.

- ¡estás loco, VOY A MARTARLA CUANDO LA VEA EN LA MAÑANA!- mis nervios se reprodujeron en tan solo unos segundos. Sus cambios de humor no eran completamente normales, y podría hacer lo que se le viniera en mente.

[…]

Desperté por los fuertes rayos del sol que entraron en mis parpados aun cerrados; la puerta estaba abierta de par en par y la presencia de Bill me hizo falta por primera vez. Y no, no lo era porque lo extrañaba o algo así, era por lo que había dicho en la noche. Me levanté de la cama y con los pies descalzos caminé con lentitud hacia la habitación de la mamá de Bill. En el corto camino mis piernas comenzaron a bailar como dos hilos en el aire; temía encontrarme con un acto sínico y tenebroso. Pero no fue así. La recamara estaba cerrada y la voz de ambos me entró en los oídos… bajé las escaleras y me los encontré en el sillón, platicando de algo que seguramente no era de mi incumbencia, pero las ganas por escucharlos me llenaron la razón y no presté atención a mi “lado bueno”.

- Bill, hoy vendrá alguien que quiere conocerte después de tanto sin verte.

- ¿quién?

- oh, es una sorpresa, hijo, pero te gustará.

- ¿estás segura?, sabes que odio las visitas, y más de personas que no me interesan.

- esta si te interesa, y más te vale comportarte como te eduqué.

- odio que siempre quieras aparentar algo que no somos.

- no es “algo que no somos”, es que tu perdiste toda educación por esos amigos tuyos.

- ¡no es cierto!- ella lo miro con enojo.

- guarda silenció ¿quieres?, Thomas duerme arriba.

- hablando de eso, ¡¿Por qué mierda volviste a encerrarme?!

- no tomaste tus vitaminas en la cena, ya sabes cómo te pones cuando no lo haces.

- a veces pienso, que esas cosas no son “vitaminas”.

- no digas estupideces, si lo son.- harto de esa estúpida pelea, me decidí a entrar y ser visto por ambos. Bill sonrió y se levantó del sillón, dejando a su mamá sola mientras le daba la espalda sin respeto alguno.

- despertaste tarde, Thomas, ¿te quedas a comer?

- no lo sé, Derek debe estar molesto ahora.

- por favor, quédate solo a comer y después yo te llevo a tu casa, ¿sí?

- está bien.- a juzgar por la cara de su mamá, no le hacía ni la menor gracia que me quedara, pero no me importaba lo que ella pensara después de todo.

[…]

Después de comer, subí por mis zapatos para largarme de aquí; pero creo que no funcionó del todo, pues al bajar nuevamente, el timbre sonó. Bill me miro con una sonrisa casi invisible en sus labios, pero al ver a la persona que llegaba a su casa, su cara se puso roja, quizá de espanto, o quizá de enojo.

- mamá… ¿Qué hace él en nuestra casa?- la cara del hombre se deformó con confusión.

- hijo, ¿Qué ya no te acuerdas de mí?- él negó varias veces y se alejó.

- ¡vete de aquí!

- Bill, ¿qué te pasa? Es tu papá.- dijo la señora.

- NO, MI PAPÁ ES GORDON, ¡NO ÉL!

- te extrañé todo este tiempo, Bill, no me agrada que me saludes así.

- si me hubieras extrañado habrías llamado o enviado una carta, ¡no lo hiciste!

- por favor, Bill…

- ¡NO!- interrumpió. -¡VETE DE MI CASA, SI ES QUE NO QUIERES QUE TE MATE!

- ¡no me hables de esa forma, Bill!

- ¡VOY A MATARTE, TE JURO QUE TE MATARÉ SI NO TE VAS!- caminó hacia la cocina, en donde tomó un vaso con agua y empezó a tomarlo. Su papá entró a la cocina con él. -¡VETE!

- por favor, escúchame, hijo.

- ¡no soy tu hijo, vete de aquí! ¿No me escuchaste? ¡Te voy a matar!

- no me voy a ir ¡Entiende!- no podía ver nada, finalmente no pensaba en entrometerme en una pelea tan estúpida, pero al escuchar el ruido de unos vidrios estrellándose con el suelo y el gritó del hombre, mi piel se erizó por completo, más aun así, no me di la tarea de ser yo quien fuera a arreglar las cosas. -¡¿qué es lo que te pasa, Bill?! ¡Estas completamente loco!

- ¡te dije que te fueras de aquí, nadie quiere verte! ¡LARGATE!

- no me voy a ir, Bill, ¿Qué te pasas? Nunca tuviste comportamientos tan extraños conmigo.

- ¡que te vayas, no quiero platicar contigo!

- ¡NO ME VOY A IR, IDIOTA, ENTIENDELO!- mi mirada se apartó un poco de la puerta de la cocina y se dirigió esta vez a la mamá de Bill, que miraba a la cocina con cara espantosa, como si tuviera miedo. -¡¿QUÉ HACES CON ESO?! ¡BAJALO AHORA MISMO!... ¡TE ESTOY HABLANDO, BILL!- su voz se tornó quebrada y al parecer con miedo, pero aun así, su mamá y yo solo nos echamos una mirada un tanto preocupante y solo seguimos escuchando sin hacer nada porque dejaran de causar esa sensación.

Unos gritos con desgarro salieron de la garganta del padre de Bill, pero no eran unos gritos a los que se les podría nombrar como “normales”, eran gritos de dolor. Esta vez no me detuve para mirar a esa señora, esta vez caminé hacia la cocina sin detenerme en pensar lo que podría encontrarme en ese lugar.
Y fue una muy mala idea entrar…

Bill apuñalaba fuertemente a su propio padre, sin compasión, sin piedad; la sangre escurría por el piso, mientras el hombre perdía las fuerzas para luchar contra la persona que el procreó, su propio hijo. Mientras tanto, Bill sonría, como si lo que estaba haciendo fuera un reto, un juego. Sin decir una sola palabra o emitir una exclamación, me acerque con fuerza, poniendo en juego a mi propia vida, pues Bill tenía el arma, Bill podía usarla en mi contra si me atrevía a hacerlo parar.

Pero no me importo mucho eso y me acerqué, tomando su muñeca con la única fuerza que pudiera crear en un momento como estos. El brazo de Bill luchaba con mi fuerza para penetrarme igual como lo había hecho con él. Pero lo obligué a parar sin darme cuenta que a tan solo unos centímetros se encontraba una persona muriendo. El grito de su madre se escuchó por toda la casa, y como por instinto agarró su celular y llamo a una ambulancia.

Cuando la ambulancia llegó, intentaron hacer algo por el hombre, pero al ver que no podían hacer mucho, lo cargaron y acostaron en una camilla. Después de eso no vi nada más que la sonrisa de que se sentía una persona superior a él solo por haberlo apuñalado con fuerza; sus dedos pasaron por el cuchillo que había usado para lastimarlo –el mismo cuchillo que tenía guardado bajo su almohada el otro día-.

[…]

Policías entraron a la casa, destrozando la puerta con sus armas, gritando con fuerza. Mis ganas por protegerlo crecieron en mi cuerpo; él se escondía tras de mí, pero no quería abrazarlo, porque sería difícil dejarlo ir a prisión después de un lindo abrazo. Los policías me apuntaron con un arma y empecé a sentir mucho miedo, nunca había estado en una situación como esta.

- Thomas… ¡no dejes que me lleven!

- Bill, es que yo no puedo hacer nada.- ellos se acercaron con pasos largos y fuertes, me empujaron con una fuerza grandísima, y después agarraron a Bill, golpeándolo contra la pared con una fuerza casi inhumana, su cabeza pegó contra la pared y Bill se quejó. Después de ponerle las esposas, pelearon por tan solo unos segundos con las fuerza de Bill.

Los seguí hasta la puerta, ahí afuera, rodeando la casa, habían personas con cara de espanto, había reporteros filmando y sacando fotografías de la situación. La madre de Bill lloraba en los brazos de su esposo; metieron a Bill en el carro de la policía y arrancaron, seguido del auto de los padres de Bill, los que me invitaron a subir con ellos y acepte antes de que pudieran terminar de hacerme la invitación.

[…]

Por Bill

Estaba tras las rejas, escuchando con dificultad las palabras de un señor. Las lágrimas se resbalaban por mis ojos, no entendía completamente que era lo que había pasado ni lo que estaba por pasar; tenía miedo, me estaban acusando de algo que yo no había hecho, lo había hecho William.

-El joven Bill Kaulitz, es declarado culpable.

- ¡No fui yo, mamá! ¡Fue William!- lloré con ansiedad.

- Bill, escúchame, ¡William no existe!

- si existe, ¡él fue el que apuñaló a mi papá!

- ¡no existe, Bill!, lo has visto desde pequeño, desde que secuestraron a tu hermano…

- ¡Nunca secuestraron a mi hermano!

- Bill, te sentías culpable por dejar que arrebataran a tu hermano de tu mano… empezaste a enfermar mentalmente… ¡decías que había un hombre mirándote mientras dormías, un hombre llamado William…!

Flashback

- yo no veo nada aquí, Bill.

- ahí está mami.- decía llorando.

- no lo veo, Bill.

- ¡el dejó que se robaran a mi hermanito!- dijo Bill, apuntando al frente de la cama, después cubrió sus ojos, llorando con miedo.

- no había nadie más cuando se lo llevaron Bill.

- ¡Dile que se salga de mi cuarto, mamá!

- ¡no hay nadie, Bill!

- se está riendo, mami… me está gritando…quiere que te mate…

A la mañana siguiente, Simone llevó a su hijo con un psicólogo. A pesar del dolor que ella sentía por ser separada de uno de sus dos hijos, no quería mostrarlo enfrente de Bill, pues él se sentía culpable de todo lo que había pasado.

Flashnow

- te diagnosticaron esquizofrenia… fuiste a tratamientos… y al parecer habías salido de eso, pero creo que no fue así, Bill… llegaste a los extremos con lo que acabas de hacer…

- ¡yo no estoy enfermo, mamá!- llore ahora por decepción. -¡WILLIAM SI EXISTE! ¿POR QUÉ NADIE ME CREE?... Thomas…Thomas, tu si me crees, ¿verdad? ¡DILES QUE TU TAMBIÉN LO VEÍAS! ¡RECONOCE QUE LO VEÍAS TU TAMBIÉN!- él salió de ahí, dejándome solo por completo.

[…]

Me subieron a una camioneta negra, una señora me iba platicando sobre al lugar al cual iba, pero no me importaba a donde iba, yo solo quería irme de aquí. Iría a un centro de rehabilitación mental… no podía creer que mi mamá me dijera enfermo mental, me dijo que era un loco… la odiaba con todo mi ser…

Me llevaron a una habitación color beige, era pequeño, con una cama aun más pequeña, sin nada a su alrededor más que una ventana, eso era todo…no había nada más.

- aquí te quedarás hasta que superes tu enfermedad.

- ¡yo no estoy enfermo! ¡No quiero estar aquí!

- dejaras de estar aquí hasta que te den de baja.

- ¡te odio!- la señora cerró la puerta y yo me quedé ahí solo, escuchando el sonido de los carros pasando y el del aire chocando con la ventana. 

2 comentarios:

  1. NO MAMES!!!! pobre del papá me encanta tu ficah aa verdad?

    NO BROMA HASTA QUE SE TE HINCHARON!!! PARA SUBIR CAPITULO!

    ResponderEliminar
  2. jajajaja pobre de bill lo tienen encerradooo!!! nooo eso no m egustaa tienee q salir pronto!!!1

    ResponderEliminar