Son las 3:02 de la madrugada, por alguna estúpida razón
no puedo conciliar el sueño, solo estoy tirado en mi cama, con todas las luces
apagadas, esa era la regla: Después de las 11:00 PM, las luces tenían que estar
apagadas. Miraba el techo, sintiendo las luces de los carros cuando pasaban y
llenaban de luz por escasos segundos a mi recamara.
- caíste muy bajo, Bill.- me sobresalté al escuchar su
voz, tan cerca de mí. Cerré mis ojos con fuerza, evitando el encontrármelo de
nuevo cara a cara.
- ¡vete de aquí!
- ¿por qué?, ¿ya no quieres hablarme?
- ¡no, ya no quiero, lárgate de aquí!
- ¿Por qué no quieres hablar conmigo?
- ¡¿es que no te das cuenta?! ¡Por tu culpa vine a parar
aquí!
- ¿mi culpa?
- ¡sí!- abrí mis ojos, dispuesto a encontrármelo. Él estaba
sentado, mirándome con una sonrisa, y mis ansias por prender la luz se hacían
más grandes al parar mi mirada en la suya, a esos grandes y negros ojos.
- yo no te obligué a nada.- lo miré con indiferencia.
- ¡me amenazabas! ¡¿Eso no es obligarme?!- negó.
- te amenacé con matar a Thomas, ¡no a tu papá!- empecé a
llorar.
- ¡yo no le hice nada a mi papá!
- no, solamente lo apuñalaste y quizá muera, es cosa de
nada.- dijo con sarcasmo.
- ¡estás loco!
- ¿puedes contestarme una pregunta?- asentí. -¿dime en
dónde estás? ¡El loco eres tú, no yo!
- por tu culpa estoy aquí, ¡porque nadie te ve!
- porque yo soy listo y ágil, tu al parecer eres tan
inocente y estúpido.
- ¡no soy estúpido!
- mereces un castigo.
- ¿qué?- limpié mis lágrimas.
- un castigo- rió tenebrosamente. -¡un castigo es lo que
necesitas!
- ¿un castigo?, ¡¿no crees que ya me castigaron con
esto?!
- no, un castigo verdadero.
- ¿c-cuál?
- ¡córtate esos flácidos bracitos!
- no, Thomas me dijo que no lo volviera a hacer.
- ¡córtatelos, esos brazos no merecen estar sanos! ¿No te
das cuenta de que fueron ellos quienes apuñalaron a tu papá?
- ¡fuiste tú!- negó.
- ¡córtatelos!
- ¡no!
- ¡CORTATELOS!
- ¿con qué?- apuntó hacia el espejo. -¿con el espejo?-
asintió. -¡estás loco!
- ¡rompe el espejo, Bill!
- ¡eres un loco, William, van a matarme!
- ¡TE DIGO QUE LO ROMPAS!- asentí y mire el espejo, en
donde mi reflejo se hacía cada vez más grande hasta estar a mi tamaño norma.
- ¿cómo?
- con tu puño, ¿para qué crees que los tienes?
- me da miedo romperlo, ¿por qué no lo haces tú?
- yo no hice las cosas mal, FUISTE TÚ.- asentí y formé un
puño con mis manos, dándole un golpe fuerte al espejo, haciendo que al quinto o
sexto golpe, el espejo tronara con un estruendoso ruido. Sentí ardor en mi
mano, pero no podía mirar cómo había quedado. -¡toma un vidrio y córtate!
- ya voy…- me incliné y agarré un vidrio del suelo, pero
las luces del cuarto se encendieron.
- ¡CORTATE ANTES DE QUE VENGAN!
- ¡me van a ver!
- ¡CORTATE DE UNA VEZ, BILL, CORTATE!- encajé el vidrio
en mi muñeca, una y otra vez. Después lo hice con la otra, pero de alguna forma
no sentía dolor, y los gritos agudos de William me sordeaban por completo.
La puerta se abrió, y me detuve, dejando el vidrió
penetrando mi muñeca. El miedo me recorrió el cuerpo y empecé a llorar al darme
cuenta de lo que había hecho.
- ¿Qué fue lo que hiciste?- preguntó un enfermero
completamente enojado.
- ¡yo no fui, fue William!- apretó sus sienes con fuerza
y se acercó a mí.
- estas mal….- sacó el vidrio de mi piel y me tomo de la
mano, haciéndome caminar fuera de mi habitación.
- ¿A dónde me llevas?, ¿me voy a mi casa?
- ¿crees que te dejaré ir a tu casa así?- bajé la mirada.
–vamos a curarte.
[…]
Limpiaba mis heridas con algol y algodón. Lo miraba con
seriedad, sin prestarle atención al horrible dolor en mis brazos.
- ¿no me crees?- él levantó la mirada hacia mí.
- ¿qué?
- te juro que fue Willliam…el me obligó a hacerlo, yo no
quería.
- no, no te creo.
- ¡es en serio! ¡William me obligó!- no me contestó y
siguió con mis brazos, poniéndoles vendas blancas.
- ahora ve a dormir, ¿sí? Mañana hay cosas que hacer.
- ¿cómo voy a dormir ahí? William me mira todas las
noches, ¡¿Cómo voy a dormir ahí?!- pregunté con miedo.
- no hay ningún William, ¿sabes por qué?
- ¿por qué?
- porque William no existe.- lo miré enojado. –ahora vete
a dormir, si no quieres que mañana te vaya mal.
- está bien, ya me voy.
- hey, no, espera, yo te llevaré.
- bueno…
[…]
- te traje tu comida.- dijo una mujer joven y realmente
hermosa. Su piel era moreno claro y su cabello era largo y lacio, sus ojos eran
grandísimos, de un color casi negro. Llevaba una charola de plástico con
comida.
- gracias…pero no quiero…
- ¿por qué no? debes comer.
- no quiero.
- si no comes jamás saldrás de aquí.- la miré.
- ¿de verdad?- asintió. –Bueno, entonces sí quiero.- ella
sonrió y puso la charola en mis piernas.
- ¿tú si me crees?
- ¿creer qué?
- que William existe…
- sí, yo te creo.-sonreí.
- ¡¿en serio?!
- sí.
- ¿entonces me puedo ir de aquí?
- no es la cuestión de creer para que puedas irte,
necesitamos hacer que William desaparezca.
- ¿Qué desaparezca? ¿¡Para siempre?!
- sí, para siempre.
- ¿eso es posible?
- si tu quieres, todo es posible.
- ¡yo quiero que se vaya, por favor ayúdame!
- en eso vamos a trabajar hoy, solo termina de comer,
¿está bien?
- sí…- ella se levantó de la cama y salió de la
habitación.
Quería que ese idiota se fuera de aquí, yo ya no quería
verlo, nunca me dejaba hacer nada, ¡lo odiaba!... quería que desapareciera para
siempre, quería que se esfumara y que nunca volviera a regresar.
[…]
- muy bien, Bill, siéntate aquí.- apuntó a un sillón
negro.
- está bien…- me senté y la miré. Ella puso cosas
extrañas en mis manos y después me miro seria.
- voy a hacerte preguntas, y tú tienes que contestármelas
con la verdad.
- ajamm
- nosotros ya sabemos todo acerca de personas como
William. Si nos mientes sabremos que es mentira.- me puse nervioso.
- está bien.
- bueno, empecemos.- asentí. -¿desde cuándo ves a
William?
- eh… no lo sé…
- contesta.
- mmmh… desde los cuatro años…
ESO SI QUE ES OTRA BOMBAAA!! me encanto sube más "frecuente" amiguchis
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