La puerta se abrió, dejando entrar una brisa helada; me
cubrí con las cobijas hasta tapar mi cabeza y sus risas se escucharon por toda
la habitación. De haber sido algún imbécil de los que trabajaban aquí, habría
ido hasta ellos y rompería su cuello; pero a esas risas tan idiotas las conocía
desde hace tiempo. Me quité las cobijas y los miré ahí de pie, sonriendo en el
umbral de la puerta.
- Son las dos de la tarde y tú sigues durmiendo.
- Me quedé pensando en… en lo que pasó la noche pasada…-
sonreí.
- Ah, sí…- Dijo
Andreas. Gustav lo miró confundido. –Ayer vino Thomas, ¿Por qué Bill se
quedaría despierto en la noche? ¡Solo por ese Thomas!- puse mis ojos en blanco.
- No, ¡en ese idiota no!
- ¿Qué, ya no se te hace interesante como antes?- dijo
Gustav, sentándose en la cama, mirándome a los ojos.
- Me arrepentí de conocerlo, es todo.- Andreas río con
fuerza.
- “Me arrepentí de conocerlo.”- se sentó al otro lado de
la cama. -¡Bill, nosotros te lo advertimos! Pero claro, Bill Kaulitz nunca
escucha a sus amigos.
- Cuando me cuestionan y me gritan de esa forma, jamás
les voy a hacer caso. Siempre seguiré lo que yo quiero sin pensarlo, ¡piénsenlo
a la próxima!
- Jajaja, ¿ahora nos echas la culpa a nosotros?
- Pues la tienen.- reí.
- Pues yo creo que visitarte fue una mala idea.- dijo
Gustav, cruzando los brazos.
- No es cierto, así pueden refrescarme la mente sobre
todo lo que ha pasado en la universidad, Thomas es tan imbécil, él no supo
decirme nada.
- Bueno, no creo que quieras saberlo, mejor platícame,
¿hay locas lindas por aquí?- lo miré con incredulidad.
- ¿Lo dices enserio, Andreas?, ¡Odio este lugar! en lo
que menos me fijaría es en las “Locas lindas”.- él empezó a reírse. –Ahora dime
de la universidad, quiero saber algo.
- No, Bill, ahora no creo que estés bien en el sentido de
escucharlo.- la puerta se abrió, y ahí estaba el hombre que me ayudó a sanar
mis brazos. Traía el desayuno, el desayuno que olía a mierda…
- Aquí está tu comida, en dos horas empiezan las
actividades.
- pues gracias…- Él asintió y se fue.
- ¿Te traen tu comida a la cama?, por qué pienso que
volverme loco sería mejor.- Dijo Gustav. –Tu mamá es perfecta para elegir todo,
¡Te trae a los centros más caros y por lo que veo de buen servicio!
- Si quieres te quedas aquí así me voy a mi casa.
- Oh, claro, a matar a tu mamá, ¿no?- dijo Andreas, yo
encogí los hombros.
- Huum, no estaría tan mal…- me miraron con miedo.- hey,
estaba bromeando.- Agarré el tenedor y empecé a picar la comida. –Qué asco, al
menos podrían traer comida rica…
- Al menos podrías agradecer que te dan de comer.
- Bueno, ¿quieres comer esto tú?
- Es huevo, ¿nunca has comido huevo en tu vida?
- ¡Me cago en el huevo!- grité. Gustav reía con fuerza.
- ¿Y la fruta?
- ¡NO!, esto parece comida de hospital…- agarré el vaso y
tomé la leche con lentitud. –Ahora ya pueden decirme que pasa en la universidad
que no quieren decirme.- Se miraron, como si pelearan por quien debería
decírmelo. -¡LES ESTOY HABLANDO!
- Todos se enteraron de lo que hiciste y de en donde
estás ahora.- Dijo Gustav.
- ¿Cómo se enteraron? ¡¿Quién dijo lo que pasó?!
- No sé, Bill, pero saben que tu papá está en el
hospital. También se enteraron de que amenazaste a Thomas en tu casa.
- P-pero, eso nadie lo sabía…
- Pues al parecer alguien corrió el rumor.
- sí, y también el de “Mariconcito Loco.”- los miré con
sorpresa.
- ¿M-m-mariconcito loco…?
- Bill, no te sientas mal, no eres ningún loco y tampoco
un maricón.
- ¿Bill?
- ¿Pueden hacerme un favor?- Ellos se miraron una vez más
y después asintieron.
- Sí, lo que quieras.
- ¿Podrían decirle a Thomas que necesito hablar con él?
- ¿Con Thomas? ¿Por qué?
- ¡Porque lo necesito!
- Está bien, tranquilo.
- Ah, y otra cosa…
- ¿Qué?
- Necesito también estar solo…
- Está bien, amigo. Adiós, espero que volvamos a vernos.
- Yo también.- Ellos salieron.
No lo podía creer, podría haber dudado de todas esas
personas que se decían ser mis amigos, podría haber dudado hasta de Andreas por
su forma de ser, pero jamás creí que la culpa de todo esto la había tenido
Thomas; la persona que a pesar de detestar, aun quería y admiraba. Había jugado
con él y al mismo tiempo estaba perdiendo el mismo juego; había confiado en él
de una manera inhumana, pero me mintió. El puto “MARICONCITO LOCO”, era un imbécil, creyendo que ese estúpido
apodo era de cariño, que de sus labios nos saldrían palabras que pudieran
herirme…pero lo hicieron; me pase por la vida tomado de su mano cuando él no
sentía igual que yo, él sentía odio hacia mí, ¡ni siquiera como un amigo me
consideraba!, quería sacarme cosas para después apuñalarme.
[…]
Pasaron dos semanas esperando que él viniera, pero su
presencia era la única que faltaba en esta estúpida habitación.
Pero de un momento a otro todo cambió; él estaba parado
frente a mi cama, velando mis sueños como un ángel; su presencia era
completamente diferente a la de William… Thomas no me atormentaba… o al menos
eso era lo que yo quería creer.
- Al fin despertaste, créeme que no es divertido mirarte
inmóvil durante diez minutos.- detuve la estúpida sonrisa que iba a salirme de
los labios al escuchar su voz y verlo otra vez, quería hacerme creer a mí mismo
que estaba enojado con él y que ninguna “linda carita” me haría cambiar de
opinión.
- Hola… ¿cómo estás?...
- Bien, ¿y tú?
- oh…también… ¿cómo va todo por la universidad?, ¿algo
nuevo que quieras contarme, algo ha pasado conmigo ahí?, ¿alguien me extraña?,
tal vez alguien me odia, ¿algo?- mordió sus labios confundido.
- eh, no, nada nuevo, eso creo. Andreas se graduará en
unos meses, ha sido muy bueno en su trabajo… aah, y Georg reprobó.
- ¿Solo eso?
- bueno, Bill, yo no estoy al pendiente de todo,
pregúntaselo a tus amigos…
- Solo estás al pendiente de lo que te importa.
- pues debería ¿no?
- solo estás al pendiente de decir cosas que no deberían
saber los demás.
- Creo que alguien está enojado.
- ¡Pues sí, sí estoy enojado!- se exaltó un poco por mi
grito, pero no iba a detenerme, iba a escupirle todas sus verdades en la puta cara.
- ya me di cuenta…
- ¿Por qué lo hiciste, Thomas? ¡Has ido por la vida
fingiendo tu inocencia! ¡¿Por qué corriste los rumores en la universidad?! ¡Y
TODAVÍA VINISTE FINJIENDO SER BUENO!
Creí en vano que él se disculparía, que al menos sentiría
algo de culpa; pero lo único que él hizo fue sacar una sonrisa, como si
estuviera totalmente satisfecho con lo que había hecho; estaba satisfecho con
haber echado a perder mi vida.
- Yo te advertí desde el principio que lo haría.
- Pensé que habías cambiado, Thomas…
- Pues no lo hice- alzó las cejas.
- Nunca conté lo que hacías, ¡nunca dije que vendías tu
puto cuerpo!
- Oh, pobre de ti si te atreves a decirle a alguien.-
acarició mi mejilla, con burla.
- Me has destruido mi vida en la universidad… ¡si no es
que también fuera de ella!
- No exageres, Bill.
- Te odio… ¡te odio de verdad!, ¿por qué me haces esto?,
yo traté de confiar en ti, ¡creí que podía hacerlo!
- Puedes decirme todo lo que quieras.- se carcajeó.
- ¡NO, NO PUEDO! ¡Y TAMPOCO LO HARÉ!- sonrió. –intenté
ser fuerte por ti, para no hacerte daño, ¡me has engañado a mí y a mi familia!
- ¿A tu familia?- me miró incrédulo.
- ¡Mamá confía en ti!- se puso serio. -¿Por qué
pretendías que eras bueno, que cambiabas?...- negué.
- Deja de gritarme de esa forma, Bill; te dije desde un
principio que no confiaras en mí.
- Si no me aguantabas desde un principio, ¿por qué ibas a
mi casa fingiendo ser una persona buena?, ¿Por qué aceptabas dormir a mi lado?,
¡solo los amigos hacen eso! Y tú y yo no somos más que…
- Y tú no eres más que un idiota, un perro que se confía
de una persona por falta de cariño, ¡yo no tengo la culpa de que creyeras que
era una persona buena y que encima cambiaría por ti!, yo no voy a cambiar por
nadie, ¡y mucho menos por una persona como tú!- interrumpió.
- Me lastimaste, Thomas.- levantó sus manos hasta su
cara, sonriendo con malicia.
- ¡Por favor!, no te hagas la víctima, ¿sí?
Mis ojos se humedecieron y mis lágrimas rápidamente
se me salieron, escurriéndose lentamente
por mis mejillas. La furia me recorrió la sangre, estaba absorto en su mirada,
con las únicas ganas de arrancarle esa estúpida cara con mis propias uñas;
tragué saliva con pesadez y limpié mis mejillas, avergonzado de mi propia
persona, sintiéndome estupefacto, con ganas de devolver el estómago de la pura
desesperación.
De alguna forma había jugado conmigo, con mi confianza y
cariño. Ya no me importaba si en realidad éramos hermanos, ya no quería
volverlo a ver en el resto de mi vida, no quería volver a escucharlo, a sentir
su falsa presencia. Estaba decepcionado de mí mismo, de mi estupidez.
- Oh, encima de marica, llorón… ¡eres patético!- y salió
de ahí sin más, sin ninguna mirada o al menos un resoplido furioso. Cubrí mi cuerpo con las cobijas, desahogando
todo contra mi almohada: la furia, la tristeza, la decepción, ¡todo!
Él tenía razón, me había abierto yo solo las puertas del
infierno, me había metido en su vida como un imbécil, pero intentaba ayudarlo y
él… él fue quien usó mi confianza para luego apuñalarme con ella.
¡PINCHE TOM MAMÓN! que pasado pobre de mi Billito hermoso
ResponderEliminarHASTA QUE SE TE HINCHARON PARA SUBIR ¿EHH? jajajajajajja buena esa. siguela.