viernes, 25 de mayo de 2012

capitulo 13


- ¿Lo secuestraron?- repetí de una forma preocupante en mí. Ahora podía sentir algo del dolor que ella sentía.

- sí, cuando tenía cuatro años.- bajo la mirada, y su llanto se avecinaba.

- ¿cómo es que Bill no lo recordaba hasta ahora? Quiero decir que, Bill ya tenía razón.

- lo llevamos al psicólogo, hicieron que lo olvidara por completo. Le dimos pastillas para que lo olvidara, así no tendría que sufrir.

- no creo que haya estado bien que le haya ocultado eso.

- es que tu no lo entiendes; Bill se sentía culpable. Cuando lo secuestraron, Bill estaba a su lado, estaban tomados de la mano; se sintió el responsable de todo.

- ¿y cuando creció?

- él estaba contento con su vida, era inocente, como un niño; ya no recordaba a su hermano, siempre creyó que era hijo único. Me gustaba verlo feliz.

- Él me dijo que usted lloraba mientras abrazaba las ropas de un bebé. ¿Eran de él?

- así es. Es lo único que tengo de él, no puedo dejarlo ir aún.

- eso paso hace catorce años, señora. No debería estar así.- levantó la mirada, que ahora en lugar de lagrimas en ella, había ira.

- ¡¿cómo quieres que esté!? No sé qué le pasó, no sé qué fue de él.

- pero también tiene otro hijo, uno que está a su lado.

- y por eso se que está bien, ¡no sé nada de Niklaus, Thomas!

- puede que esté muerto.- dije seco. –pero aun tiene a Bill, debería prestarle más atención.

- ¡se la presto!, pero él está enfermo.

- en eso estoy totalmente de acuerdo.- me miro seria. - ¿puedo subir con él?- ella asintió.  Sin más contratiempos subí a su recamara, en donde él estaba en el suelo, mirando hacia la ventana, abrazando sus rodillas.

- Vete…- pronunció sin siquiera mirarme.

- no.- desdobló sus rodillas y me miró.

- ¿qué haces aquí, Thomas? No quiero verte.- sonreí.

- al fin vuelves a ser el mismo.- arrugó las cejas con confusión.

- ¿de qué hablas?

- oh, por favor, ¿Qué ya no recuerdas que intentaste matarme?

- yo no hice eso, fue William.- hice puño mis manos y mordí mis labios reteniendo las ganas de matarlo a golpes.

- deberías ir al doctor, no eres normal.

- deberías ir tu.

- Bill, en serio te lo digo, no es para joderte.

- ¡pues me jode aun que no quieras!

- ¿tú ves a William?- asintió. –pero si cuando estabas a punto de matarme lo mencionabas, ¡no es William el que intentó matarme, fuiste tú!

- William dice eso para que piensen lo que tú estás pensando. No era yo, era él.

- ¿cómo explicas tus brazos?

- Me dijo que lo hiciera, por fallar.

- ¿Fallar qué?

- la orden que él me dio.

- ¿por qué le hiciste caso?

- ¡porque era la verdad, si falle!

- Fallas en matar a las personas siempre que te lo dice, ¿es eso en lo que fallas?- bajo la mirada y mordió sus labios fuertemente.

- porque todos lo sabían… ¡todos lo sabían menos yo!- lo mire confundido, pero después pude saber de que hablaba.

- la única que lo sabía era tu mamá y quizá también tu familia.

- tú lo sabías…seguro mamá te cuenta cosas.

- no me cuenta nada.

- William me lo dijo, ¡me dijo que tu lo sabías! Era por eso que mamá siempre te miraba de esa forma, ¡porque eres mi hermano, Thomas!

- Bill, por favor entiende,- agarré sus muñecas con fuerza y lo miré a los ojos, un poco enojado. –A mi me adoptaron, Bill, ¡me adoptaron lejos de aquí!

- me dijiste que tu mamá traficaba niños, tal vez te llevó lejos.

- no sigas con eso, Bill, tu y yo no somos hermanos.

- ¿Cuántos años tenías cuando te adoptaron?

- cuatro o cinco, no lo recuerdo muy bien.

- ¡¿es que no te das cuenta?!

- ¿darme cuenta de qué?

- Thomas, ¡tengo un gemelo!, nació el primero de septiembre del 89, no está conmigo desde los cuatro años,  mamá te mira con cara de espanto cuando estás cerca de ella, tu mamá era traficante de niños… ¡somos hermanos, Thomas!

- es que eso no puede ser, no te creo ni una mierda. Mejor yo me voy a mi casa, adiós.

- ¡no te vayas!

- tengo que prostituirme.- me miro con sorpresa y yo comencé a reír fuertemente. –nunca este trabajo me había salvado de estar contigo, ahora me voy.

Salí de su casa y tome el autobús para dirigirme a la mía. Había algo, algo que no me dejaba estar completamente tranquilo, sentía escalofríos en mi espalda y los nervios comerme el estómago sin piedad. Pero intenté no pensar en él. Eché mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos, dispuesto a tomar una siesta, aun que no duró demasiado, un imbécil osó de picar mi hombro con fuerza.

- ¿está ocupado este asiento?- negué.

- no.

- ¿puedo sentarme?

- como quiera.- cerré mis ojos de nuevo y sentí su presencia aun más cerca de mí, pero no le presté atención y trate de dormir. - ¡yo me bajo aquí!- el autobús se detuvo y pase sin cuidado frente a ese hombre. Bajé del autobús y camine hacia la esquina de la calle, viendo ese horrible y maltratado lugar. Y ahí se encontraba mi casa, maltratada y con la puerta a punto de zafarse. Entré a ella y vi a Derek con una cara tan enfadada.

- ¿por qué no viniste cuando te dije?

- tenía cosas que hacer.

- ¿más importantes que ganarte la cena?

- seguro que sí.

- pues no me importa que es lo que tenías que hacer, ¡tu vienes cuando yo te diga!

- bien, lo haré para la próxima.- el empezó a sonreír.

- no.

- ¿no qué?

- ella te está esperando en tu habitación, y serán cuatro horas.

- ¡¿qué?! Estás loco, yo no lo haré ahora, es tarde y mañana tengo que ir a la universidad.

- eso a mí no me importa, sube pronto si no quieres perder más tiempo.

- no, ¡no lo haré!

- vamos, no me hagas ser duro contigo.

- por favor, Derek, no quiero esta vez, te prometo que mañana consigo el dinero, hoy no.- se acercó a mí y jaló el cuello de mi playera.

- ¡te estoy advirtiendo! ¿Quieres que te vuelva a echar a la calle?- le di un empujón y el sonrió, subí a mi recamara y ahí la mire, sentada en la cama, mirando hacia la ventana.

- al fin llegas.- dijo sonriendo.

- por favor, quiero que te vayas de aquí.

- no, no me iré. Tú sabes a lo que vengo.

- sí, pero no quiero hacerlo.

- pues tendrás que hacerlo, tu jefe me dijo que por haber llegado tarde harías lo que yo te dijera.

- está bien, pero hagamos esto rápido.- me acerqué a ella y tomé su cintura, ella quitó mi playera y empezó a acariciar mi torso. Besé se cuello.

- quítate toda tu ropa.- la mire con asco, últimamente no sentía lo de antes, se había hecho una asquerosa costumbre, la cual era tan común, y ya no me causaba ni curiosidad ni diversión. Me saqué mis pantalones junto a mi ropa interior dejándome expuesto ante ella; pero ya no sentía vergüenza, lo veía como algo normal. Ella comenzó a tocarme todo el cuerpo y después, mi entrepierna entró en su boca.

[…]

- ¿qué te pasa, Thomas?

- estoy cansado… no dormí hasta las 4 de la madrugada.

- tienes unas grandes ojeras, ¿qué hiciste ayer?

- estaba haciendo mi trabajo…

- ¿vendías en la madrugada? Nunca he visto un mercado abierto tan tarde.

- eh, no vendía en el mercado, ¿no te había dicho ya que no trabajo ahí más?

- no, no me lo habías dicho. ¿En que trabajas ahora?

- Emm, trabajo en… un restaurante, reparto la comida.

- ¿de verdad?- sonrió. Yo asentí. -¿en cuál?

- dices muchas preguntas, Georg. Luego te lo enseñaré.

- ¿por qué no vamos hoy?         

- no puedo, hoy no iré a trabajar.

- por eso te corren siempre de todos los trabajos, nunca vas.

- necesito ir a cuidar a Bill.

- ¿a Bill? ¿El mariconcito loco?

- el mismo.

- ¿por qué lo estás cuidando tu?

- llega un momento en la vida, en el que tienes que agradecerle a tus enemigos por ayudarte.

- pero si él no te ha ayudado en nada, solo en matemáticas.

- ya lo sé, y le estoy agradeciendo, no habría podido aprobar sin su ayuda.- Georg negó.

Era la hora de salida, agarré mi mochila y camine hacia la puerta con algunos libros en mis manos. Fui hacia los casilleros y ahí me lo encontré con su amigo de lentes; no pude ni abrir mi casillero cuando él ya me tenía la mirada encima y se acercaba a mí.

- tengo algo que enseñarte.- rodee los ojos.

- no, no quiero ver nada.- abrí mi casillero, pero él lo cerró de nuevo con su codo. -¡¿Qué es lo que te pasa?! Ve a joder a otra persona.

- por favor, Thomas, lo necesito.- mis manos empezaron a temblar y a decir verdad, su quijada también lo hacía…de nuevo iría a llorar.

- bueno, ¿Qué quieres?- sonrió.

- tienes que venir conmigo.

- pff, espérate entonces.- abrí mi casillero de nuevo y guardé mis libros. –Listo.- volvió a sonreír y miro a su amigo.

- Gustav, tengo que irme, nos vemos mañana.- él asintió y se marchó. –vamos, Thomas.

- ¿a dónde?

- tengo algo que enseñarte, ahora no tendrás de otra más que aceptar nuestra fraternidad.

- ¡no puedes ser más castrante, Bill!- bajó la mirada y se detuvo. -¿qué? ¿Qué te pasa ahora?

- me estoy esforzando desde que llegué a la universidad, por tu bien.

- ¿qué?- dije en tono indiferente.

- ¡desde que llegué, William me dice que te haga daño, y me estoy conteniendo, pero tus comentarios me lastiman más de lo que yo podría lastimarte a ti!

- hey, tranquilízate.- me miró serio. – ya, está bien, ¡lo siento!- sus labios empezaron a encorvarse de un solo lado, haciendo que se viera como un niño pequeño…tan tierno.

Camino rápidamente hasta su carro, abrió la puerta y sacó un sobre de papel abierto y me lo tendió con una sonrisita.

- toma esto.

- ¿para qué?

- te lo regalo- se rió. –pero prométeme que no lo abrirás hasta llegar a tu casa.

- oh, vamos, no seas idiota.

- ¡promételo!

- está bien, lo prometo.

- pero en serio, ¡no como tu estúpida promesa en el campamento!

- ¡si, si, LO PROMETO! ¿Estás contento?

- más que antes, sí.

- bien, ya me voy.

- está bien, adiós.- se metió a su carro y yo metí el sobre en mi mochila.

[…]

- ¡Derek!

- ¡¿qué?!

- ¿hay citas para hoy?

- ahora no, a las ocho de la noche hay dos personas.

- está bien, subiré a mi recámara, no me hables hasta que lleguen.

- será fácil.- subí a mi recámara y aventé mi mochila a la cama, cerrando la puerta con fuerza y poniendo el seguro. Me senté en la cama y saqué el sobre de mi mochila. Suspire pensando en lo idiota que era Bill al poner tanto empeño en algo que los dos sabíamos que era una completa mierda.

Ahí adentro había unas fotografías, desde un ultrasonido –que seguramente le robó a su mamá-, hasta fotos de dos bebés, seguro Bill y su hermano perdido. Pero la siguiente fotografía me parecía familiar… habían dos niños, algo así como de tres años. Él primero era Bill y el segundo…el segundo era yo…

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