Su casa era horrible, estaba toda
pintarrajeada y con algunos vidrios rotos, mire mi celular, verificando si
de verdad era su casa, y si, no estaba equivocado. Salí del carro y toqué la
puerta.
- ¡es para ti, Thomas, abre la puerta!
- ¡¿Cómo sabes que es para mí!?
- ¡tú solo abre o verás!
- ¡ya, ya!- la puerta se abrió y su cara de
enfado se puso aun más enfadada al mirarme. -¡creí que no vendrías!
- ¿Por qué crees eso? Te dije que vendría y mira
la hora, 5: 29…ah, 5:30, vengo a tiempo.- sonreí, él negó y salió de la casa.
- ¡¿esa cosa es tu carro?!- grito.
- huy, podrías ser menos expresivo, me costó una
fortuna.
- ahh…¿no abrirás las puertas?
- ya están abiertas, no creo abrírtela a ti.- rodeo
los ojos y entró al carro.
cuando llegamos...
- bueno, llegamos.
- no, estás loco, no tengo tanto dinero para
pagar esa mierda de ricachones.
- bueno, puedo ayudarte con eso, ahora baja.-
salimos del carro y entramos a ese lugar. Nos sentamos en una mesa de dos y pedimos un café.
- hagamos esto rápido, ¿Por qué mierda quieres
salir conmigo?, ¿crees que soy un tipo agradable? , no, no lo soy.
- no me importa eso, solo quiero saber algo de
ti.
- sabes lo que todos saben, no te daré
información confidencial.
- ¡ja! ¿Confidencial?- trajeron los cafés y
rápidamente tomé el mío sorbiendo rápidamente. Me saqué la pajilla de la boca.
–no creo que tu vida sea tan “confidencial”, Thomas.
- empezando por eso, tengo algo que decirte. Mi
nombre es Thomas, pero solo pocas personas me dicen Tom.
- Tom.- lo grabé en mi mente. -¿qué más?
- ¡yo qué sé!, me gusta la música y es todo…no
hay nada en mi vida que sea importante.
- ¿Qué hay de tus papás?
- mi mamá murió, fue asesinada cuando yo era un
niño, según las historias de Derek.
- ¿Derek?, ¿tu hermano?- negó.
- no, mi padre.
- ¿Por qué le llamas Derek?
- es su nombre, imbécil, ¿Cómo lo podría llamar?
- “papá”.- él negó Tomando la pajilla y
metiéndosela a la boca. Rompió la delgada envoltura y la escupió sobre la mesa,
sin importar lo antihigiénico que podría ser. - ¿extrañas a tu madre?- negó.
- nunca la conocí, Derek dice que traficaba
niños, y la asesinaron.
- ah… ¿cuándo es tu cumpleaños?
- mm, primero de septiembre.- me atraganté un
poco.
- ¡el mío también!- sonreí. Él me miro
confundido, sin tener la misma emoción que yo.
- ah, que coincidencia.- dijo en silenció.
- ya lo sé.- sonreí.
- te diré otra cosa.- lo miré. –Cuando te vi por
primera vez…creí que eras una mujer…- me sorprendí por completo y baje la mirada.
–pero me di cuenta que no es así. ¿Eres maricón?
- no, no soy.- dije molesto.
- no te enojes, querías saber cosas de mí, ¿no
es cierto?, estoy tratando de ayudarte para que me dejes en paz.
- mmm, ¿Por qué no me sorprende que seas tan
cabezota?
- porque así soy yo, y si me querías conocer, al
menos agradece que vine contigo, no llores.
- sí, pero no se te olvide que viniste por cobarde.
- ¿cobarde yo?
- sí, me has regalado tu “preciado tiempo” solo
porque no quieres que sepan que has llorado.
- ¡pero por favor, lo hice por lástima!
- me dijeron que tu papá te obliga a
prostituirte, ¿es verdad?- cambié de tema muy repentinamente. Él me miro serio,
seguro perdiendo la paciencia.
- ¿quién te dijo esa estupidez?
- es un rumor, sabes que los rumores en la
universidad corren como el agua a los oídos de todos. Respóndeme, ¿es verdad?
- ¡que idiota eres! ¡Sí era para esto que me
invitabas a salir, prefiero que cuentes que estaba llorando! ¡¿Qué mierda te pasa
por la cabeza!? ¿Acaso crees que me he prostituido?
- hey, cálmate, ¡que yo no creo ese rumor! ¡Solo
quería confirmarlo! Pero ¡gracias, ahora sé que no es verdad!
- ¿Cómo puede ser la gente tan estúpida? ¡No lo
entiendo! ¡¿Por qué mierda crear ese rumor tan idiota?!
- no me grites a mí, ¡yo no lo creé!
La idea de conocerlo más a fondo me lleno la
cabeza, me dieron ansias por conocerlo más, saber más cosas de él. Pues de verdad no era la persona que todos conocíamos y “admirábamos”.
Las vacaciones pasaron volando, en un día
entraríamos nuevamente y me cagaba, pero me emocionaba más. Hoy nos
juntaríamos en casa de Gustav. Ahora me arreglaba rápidamente.
tocaron la puerta de mi cuarto fuertemente.
- Bill, soy yo.- dejé de cepillarme y camine
hacia la puerta, abriéndola rápidamente.
- Gordon, hola.
- ¿saldrás hoy?- pregunto, mirando todo mi cuerpo. Asentí.
- sí, iré con Gustav.
- que bien, me parece perfecto.
- ¿sí?- asintió. -¿por qué la pregunta?
- es que saldremos con tu madre, quería saber si
vendrías, ya sabes, por lo de la carne y eso.
- ah, no te preocupes, no iré yo. Lleva a mamá a
donde quieras, algo como una cita.- él sonrió con ternura y despeinó mi
cabello.
- ¡gracias, pequeño!
- hey, odio esa palabra, ¡no soy pequeño!
- bueno, mi gran Bill. Cuídate.
- y tu también. Ahora me tengo que ir, adiós.
- adiós.
en casa de Gustav.
- entrar a la universidad de nuevo, ¡que
mierda!- el rubio se tiro a la cama.
- ya lo sé, es que se han pasado tan rápidas.
- chicos, ¡Por una parte es
emocionante entrar de nuevo!- grite con emoción, Gustav y Andreas me miraron. Andreas se levantó de la cama y se acercó a mí, intimidándome un
poco.
- ¿te sientes mal?- puso su mano en mi
frente, fingiendo que checaba mi temperatura. Quite su mano.
- no, no me siento enfermo.
- ¡ah, ya lo sé!- grito Gustav. Yo levanté las
cejas. – quieres entrar de nuevo ¡POR THOMAS!
- ¿en serio, Bill? ¡Nunca vi un hombre tan
obsesionado con otro hombre! ¿Estás seguro de que no te gusta? tal vez no te has
dado cuenta.- rió Andreas.
- ¡están locos! ¡No quiero entrar por Thomas y
mucho menos me gusta!
- ah, sí…lo consideras “interesante”- Gustav
rió fuertemente.
- ¿no tienen otra cosa que hacer más que
molestarme con eso?
- y tú, ¿no tienes otra cosa que hacer más que
pensar en él?- negó. –en serio, Bill, creo que tanto para ti como para Thomas, no es cómodo lo que estás haciendo.
- pero… ¡yo solo quiero saber de él!
- ¡¿saber qué, Bill?! Todos ya sabemos lo obvio.
- ustedes no saben nada de él.- Andreas se
acercó un poco más a mí, después suspiró y se sentó en el sillón verde oscuro.
- sabemos que es el hombre más guapo de la
universidad, sabemos que es increíblemente estúpido con las materias, que se
cree demasiado y no le importa lo que pase con él y su futuro, sabemos que
todas las mujeres están interesadas en él. ¿Qué más quieres saber?
- no te olvides que se prostituye y su madre
murió, ¡ah, y que nunca llora!- exclamó Gustav, riendo con Andreas.
- si…y que su único amigo es Georg… ¿Cómo se
apellida?- dijo Andreas entre carcajadas fuertes.
- ¡Listing! ¡Listing!
- ¿cómo saben que su mamá murió?- sus
carcajadas pararon y me miraron serios.
- ¿entonces si murió?- negué.
- ¡qué voy a saber yo!- grite con nerviosismo.
- platícanos de él ¿Cuándo saliste con él,
de que hablaron?
- de nada, no quiso decirme una sola palabra.
Nos miramos por un minuto y después de eso, fue como si cada quién viniera por
su cuenta.- mentí.
- es tan egoísta. No puedo creer como sigues
como un perro faldero a sus pies.
- ¡yo no soy ningún perro! Y no se…solo quiero
conocerlo.
- ¿¡para qué, Bill?! ¿¡Para qué?!
- ¡NO SÉ!
- bueno, mejor dejemos de hablar de ese idiota y
díganme, ¿se quedarán esta noche?- preguntó Gustav. Andy y yo nos miramos.
- ¿estás loco?, mañana entramos a la universidad.
- ¡por favor, Bill!
- tú siempre tan responsable, ¡deja de ser así
por un momento!
- no, no quiero dejar de serlo.- Andreas rodeo
los ojos.
- bueno, yo si me quedo, Gustav.
- ¡bien! ¿Y tú, Bill?
- bueno… está bien.
- ¡así se habla, hermano!- lo mire incrédulo.
Vimos algunas películas y jugamos videojuegos.
Mi corazón palpitaba al saber que hacía mal en quedarme esta noche con Gustav,
aparte mamá siempre espera una llamada mía. Suerte tuve al saber que Gordon y
mamá saldrían a una cita. El tiempo con ellos me pasaba tan rápido, saqué mi
celular y mire la hora. Mi corazón se salió por mi boca.
- ¡son las 4:25 de la madrugada!- ellos
sonrieron y asintieron, Andreas tomó de su refresco y eructó fuertemente. Los dos
empezaron a reír. - ¡no es gracioso, entraremos a las ocho en punto mañana!
- oh, el bebé Billy tiene que dormir ocho horas
para despertar feliz.
- hijos de puta. Yo me dormiré ahora.
- puedes usar alguna pijama mía, eres
tan flaco que te quedará cualquier cosa. Y puedes dormir en la cama para que
duermas más cómodo.
- ¿ustedes donde dormirán?- me preocupé, pues
seguro no despertarían bien si dormíamos los tres juntos en la cama.
- si es que dormimos, ehh, en el sillón o en el
suelo, tú no te preocupes, duerme en la cama.- sonreí y asentí.
- ¡gracias!- me coloqué la pijama y me metí en cama. Cerré mis ojos, y en menos de lo que canta un gallo pude dormirme.
al siguiente día...
- ¡Despierten, despierten, ya son las 7:15!- los moví con brusquedad y hasta los golpee con algunos cojines, pero el único que
logró despertar fue Gustav.
- ¡ya, idiota! ¡¿Qué quieres?!
- ¡ya es hora de ir a la universidad!- vio su celular y después me miro enojado.
- por favor, Bill ¡son las siete!
- sí, y entramos a las ocho.
- ¿por qué no te vas tú? Rubio y yo te
alcanzamos, ¿sí?
- está bien…
No me di un baño y tampoco me puse una ropa
recién planchada y lavada. Me sentí sucio, pues llevaba la misma ropa que ayer
y hasta la misma ropa interior.
Llegue a la universidad y corrí a mi salón,
entré y tomé mi lugar. Empecé a bostezar y decidí acurrucarme en la mesa y
tomar una siesta en lo que la maestra llegaba.
- Bill, despierta, Bill.- levanté mi cabeza y
ahí mire a la maestra sonriendo. –te ves horrible, ¿dormiste bien anoche?
- …no…
- eso es muy raro de ti.- sonreí. –puedes ir por
un café mientras comienza la clase.
- gracias.- sonreí y me levanté. –Ahorita regreso.- ella asintió. Salí de ahí y baje a la cafetería, camine hacia la
maquina y escogí mi café. cuando estuvo listo, me senté en una mesa que estaba ahí.
Cuando lo vi…siendo aventado en forma
de juego por Georg. Vi su sonrisa y después no fue necesario el café para
despertarme. Él se acercó a la maquina y apretó los botoncitos. Sus ojos se
plasmaron en los míos, pero yo baje la mirada; Thomas se acercó a mí con su
café y se sentó frente a mí.
- ¿te digo una cosa, niño?- di un pequeño
sorbo a mi café y lo mire a los ojos.
- …dime…
- ¿quieres saber algo de mí?- asentí. –odio que
me persigan, que me espíen y que aparte no quieran decir quiénes son
realmente.-mordí mis labios.
- ¿qué?
- exacto, no te ocultes bajo ese cabello. Ha
habido rumores de tu homosexualidad.
- ¿mi qué?
- homosexualidad, tonto. Dicen que gustas de mí.
Si eso es verdad, quiero que me lo digas, y hasta que no lo aceptes, cortaré
toda comunicación contigo.
- pero ¿Qué te pasa?...te he defendido de los
rumores acerca de tu padre y la prostitución…y tu vienes a decirme en la cara
que soy homosexual y que tengo los gustos de mierda, ¡que agradecido!
- no te atrevas a abrir la boca y decir
algo de esos rumores.
- no la abriré si tú te sacas de la cabeza
esas ideas estúpidas. ¡Deja de creerte tan importante, Thomas!- por mucho que
no me creyera el haberle gritado yo mismo todo eso, me sentí por una parte
feliz. y mi grande y fuerte orgullo me acompaño, levantándome de esa mesa y
dejándolo solo.
Al entrar a clases, mi cerebro no pudo
concentrarse en lo que la profesora decía, solo me quede bobo mirando a ese
Thomas, el Thomas que por mucho que admiraba o me interesaba, también podía
llegar a ser tan idiota.
- Bill, ¿Qué es lo que te pasa hoy? No te vez
como todos los días, ¿te sientes bien?- pregunto la profesora con una tierna
sonrisa.
- pues…no me siento muy bien…- confesé. Ella
acarició mi cabello.
- ¿quisieras salir a la enfermería?- asentí.
–bien, puedes hacerlo, y si te sientes muy mal, llama a tus padres o vete a tu
casa, ¿está bien?
- gracias…- sonreí. Me levanté de la silla y
camine hacia la puerta. no me sentía muy mal, pero tenía que
despejar mi mente.
No podía creer como un hombre había llamado
tanto mi atención. Tanto como para casi olvidar a mis amigos, a las mujeres y
hasta a mí mismo. Hace tanto no ponía los ojos sobre Annie, esa linda mujer de
ojos marrones y cabellos cafés ondulados perfectamente, ese olor a frutas que
siempre llevaba puesto. Ni si quiera a ella la había mirado tanto como ahora lo
hago con Thomas.
“rumores de tu homosexualidad.”
¿y si soy homosexual y me gusta Thomas?
¡No, claro que no! yo gusto de las mujeres, nunca de los hombres, ¡es idiota!
Mejor no pensar en eso.
Sonó la campana, haciéndome despertar de estos horribles pensamientos. Mis amigos no llegaron a la
universidad, se quedaron durmiendo; subí las escaleras y corrí al
salón por mis cosas. Era la última hora y quería llegar a dormir a casa,
aparte mi mamá debe estar preocupada por no llamarle o decirle que me quedaría con
Gustav a dormir. Recogí mis libros y mi mochila; salí del salón y me
encontré con Georg, que me miraba con algún tipo de indiferencia. Baje mi
mirada con nerviosismo y me preferí caminar lejos de él; Georg tiró mis libros
al suelo.
- ¡hey!- grité. Él me miro serio y se inclinó
para recogerlos y me los dio. Tuve algún tipo de miedo ante su reacción, pero
no le di más importancia y camine hacia mi casa.
Dejé las llaves del carro en la mesa y los ruidosos
zapatos de mamá me hicieron voltearme para verla. Ella abrió sus labios y corrió hasta mí, agarrando mis mejillas con sus dos manos.
- ¡¿en dónde estabas, Bill?!
- no te llame porque me quedé dormido en
casa de Gustav, no quería preocuparte.
- ¡pero me preocupa más que no me hables, hijo!
¡No vuelvas a hacerlo!
- mamá, tengo diecisiete años, soy casi mayor de edad.
- mientras vivas en esta casa, sigo siendo la
madre y tú el pequeño que sigue reglas.- claro, la misma excusa de siempre.
- bueno.
- ya hice la comida, Bill, lávate las manos y
ven al comedor.- negué.
- no me siento muy bien, mamá, voy a acostarme
un poco.
- esta bien, pero cuando te sientas mejor, baja a
comer.
- sí, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario