lunes, 7 de mayo de 2012

capitulo 4


- vámonos de aquí.- Georg se paró rápidamente y ellas me miraron con asco. No le di importancia y Tome a Thomas del brazo. -¡hey, suéltame!

- emm, quiero hablar contigo.

- yo no quiero.- se soltó de mi brazo y camino.

- ¡por favor, Tom!- él se detuvo, ellas me miraron sorprendidas y Georg miro a Thomas. –quiero decir…Thomas…por favor…

- ¿pero qué mierda te pasa? ¡No vuelvas a llamarme así!

- déjame hablar contigo.

- ¡no quiero hablar con alguien como tú!

- ¡¿Por qué no!?

- ¡porque no voy a gastar mi tiempo en una persona como tú!

- te lo estoy pidiendo de buena forma.

- ¡no voy a hablar contigo, no eres digno!

- ¡¿digno?! ¡¿Digno de qué!? No es un placer hablar contigo, idiota.

- es mejor que hablar con un maldito maricon que no tiene una vida y se la pasa jodiendo a los demás, ¡lárgate de aquí, niña!- la sangre comenzó a hervir dentro de mí.

- ¡MEJOR SER MARICA A SER UN PUTO PROSTITUTO COMO TÚ!- tal vez me pude ahorrar eso, pero en el momento se sintió tan bien, pero cuando ellas miraron a Thomas con asco y Georg se alejó un poco de él, me sentí un idiota.

- ¡¿Qué dijiste, imbécil?!- gritó.

- ¡que eres un prostituto de mierda! ¡Eso!- sí, me sentí mal, pero no por eso iba a permitir que él me dijera cosas y yo no a él.

- ¡yo no soy ningún prostituto, maldito maricón! ¡Eso quisieras, pues gustas de mí! ¡Todos lo saben!

- ¡todos saben que te prostituyes, Thomas! ¡Todos lo saben, y hay evidencia!

- ¡no tienes ninguna evidencia, nadie la tiene porque no es verdad!

- ¡¿estás seguro?!

Había llegado demasiado lejos. Yo ya no seguiría.
Pero…él…él si siguió.

- ¡me tienes hasta los huevos, imbécil!- se acercó a mí y me tiró al suelo, ahí tomo mi cuello y lo apretó con fuerza. –no vuelvas a llamarme así, no vuelvas a hablarme nunca.

- ¡tu tampoco me hables a mí!

- confié en ti, marica, tanto como para que fueras a mi casa, te conté lo de mi madre, fui a tomar algo contigo, te conté cosas privadas ¡y así es como me pagas! Hijo de puta, no vuelvas a hablarme, no vuelvas a dirigirme la mirada. Mas te vale no acercarte a mi nunca más; si aprecias tu puta vida deberías hacerme caso, porque no sabes de lo que soy capaz, puta, ¡voy a castrarte con mis propias manos!

- s…suel…suéltame…- no podía respirar y mis ojos se volvían cristalinos gracias a sus palabras.

- ¡muerte, imbécil!- escupió en mi cara y se levantó del suelo para darme una fuerte patada en la cara e irse como si solo hubiera tirado la basura en el suelo. Me di la vuelta, recostándome bocabajo, sintiendo mis lágrimas de vergüenza y decepción en mi cara.

- ¡Bill! ¿Pero qué mierda? ¿Por qué no te defendiste?- sabía que había hecho mal en no defenderme, pero había hecho también mal en soltar la verdad de lo que le pasaba a Thomas.

- ¡¿Qué te pasa, Bill?!- grito gustav.

- Gustav, creo que ahora no está en estado para que le grites de esa forma.

-  ¡Yo se lo dije, le dije que Thomas no era como él decía! ¡Sabía que le pasaría algo así si seguía acosándolo de esa forma!

- ¡cállate, Gustav! ¡¿Cómo querías que se sintiera?!

- ¡Que se yo! ¡Ese imbécil de Thomas! ¡Hijo de puta!

- ¡Gustav, de verdad, guarda silencio!

- pero no olvides que tu y yo le habíamos dicho que no se le acercara tanto, ¡nunca nos escucha!

- ¡Bien, si, TU LO HAS DICHO! ¡Ahora cállate y ayudémosle!- me levanté del pasto, no quería escucharlos más. Camine sin mirarlos, pero Gustav me tomo el brazo fuertemente.

- estas sangrando, vamos a la enfermería.

- …no…

- Bill, debes limpiarte la cara, tienes restos de saliva.- sonrió Andreas.

- ¡no me importa, déjenme solo!- camine.

Y hoy…hoy fue el día en que Thomas paso de ser mi admiración…a mi más grande temor. Yo era fuerte, y tenía armas para partirle la cabeza, pero no lo haría…jamás creí llorar por un hombre, sentimentalmente. Tal vez una parte de mi lo quería como compañero….

Odiaba ese sentimiento, el sentimiento de creer que lo que hacía estaba bien cuando no era así. Todos sabían que lo que hacía con Thomas estaba mal, todos me lo habían dicho algún día, ¡el mismo Thomas me lo dijo! Pero, siempre quería ir por lo que no tenía, siempre tenía que ir por lo que mi corazón quería, no por lo que mi mente quería. Dejaba que mi propio yo fuera pisoteado, solo quería lo mejor, pensaba que era lo mejor y estaba completamente equivocado...

[…]

Dos semanas después...

- lo que haces está mal, amigo. No estés así por un idiota como él.

- no estoy así por él, Andreas…estoy así por mi…

- ¿a qué te refieres?

- tres años…

- ¿eh?

- tres putos años estuve tras Thomas, interesado en él.

- bien, tres años que disfrutaste, ¿no es cierto?- asentí. –aparte, tenías una idea  diferente de él. Ahora sabes la verdad, no estés así.

- tienes razón…

- dime cuando no la tengo.- reí. –Hablando de perros con sarna.- me voltee y ahí estaba, caminando en dirección a los casilleros. –Me voy amigo, suerte.- asentí.

Nuestras miradas se juntaron, penetrándose como hace tanto no lo habían hecho. Thomas no abrió su casillero, puso una mano en mi pecho y con su otra mano tomo la mía; no me dijo nada, tampoco uso una expresión, dejó un papel en mi mano y se fue de ahí. Miré hacia ambos lados, creyendo que esto era parte de una broma que se convertiría en una de muy mal gusto y  acabaría llorando y rojo como un tomate gracias a la vergüenza que me pudo dar esto. Guardé el papel en mi bolsillo y me dirigí hacia mi auto, donde saqué ese papel y me decidí a leerlo.

Quiero hablar contigo. Iré a tu casa a las 6:00... No, no te preocupes, se dónde vives. Cuídate.”

Mi piel se erizó con nervios y un poco de miedo.

Al llegar a mi casa no tuve hambre, no tuve ganas de ver la televisión y mucho menos de hacer las tareas. solo me senté en mi cama con Kira y jugamos un rato con un oso de felpa que tenía desde que era un niño.


el timbre sonó...Mierda…

- ¡BILL, ABRE LA PUERTA, POR FAVOR!

- ¡y-ya voy!- salí de mi recamara y baje las escaleras. Al abrir la puerta me tope con la persona que ya esperaba, o tal vez no esperaba.

- ¡¿quién es…Bill?!- la reacción de mamá fue una completa mierda, sonó quizá como una gran pederasta. Creía que Thomas no era guapo pero…creo que mi mamá se lo dejó claro.

- él es Thomas mamá, ¿pasa algo?- sus ojos se llenaron de lágrimas y me di cuenta que su reacción no había sido exactamente la de alguien sorprendido por el físico de alguien, sino…algo completamente diferente.

- no…nada, Bill…- la mire confundido, Thomas también lo hacía. Tal vez en el fondo creía que era la persona que había llegado a cambiar nuestras vidas, por ser como un ángel que hacía llorar a las personas por su extrema belleza.

- mamá, ¿estás bien?- limpio sus lagrimas y asintió.

- estoy bien, Bill. Suban a tu recamara…ahora les llevaré algo de comer. Estás en tu casa…Thomas…

- esta bien…gracias…- claro…su primera muestra de “educación”.

Subimos a mi habitación y mis perritas comenzaron a echarse arriba de él. Con cara de espanto, Thomas intentaba quitárselas de encima, algo que me causo  gracia.

- ¡deja de reírte y quítame estas bolas de pelos de encima!

- ¡quítatelas tu mismo!

- ¡los voy a patear si no me los quitas!- rodee los ojos y cargué a mis perras, quitándoselas y echándolas fuera de mi recamara.

- ¿a qué mierda has venido a mi casa?

- ¿Qué no  leíste el papel? Te dije que quería hablar contigo.

- ¿sobre qué?

- lo que paso hace unas semanas…creo que te golpee muy fuerte…

- sí, lo hiciste. Pero como has dicho, eso paso hace unas semanas.

- no me hagas perder las ganas de disculparme contigo.

- está bien, ¿vienes a disculparte?

- aja… me di cuenta de que…no tuve que haberte golpeado…

- y yo de que no debí gritar lo que tu padre te obliga a hacer frente a todos…

- no volvamos a ese tema, ¡por Dios!

- solo dime la verdad, Thomas. Sé que ella no es tu novia.

- esta bien…solo quería cogérmela, ¡es todo!

- querías cogértela para ganar dinero, ¡no me mientas!

- no, no es verdad, yo solo quería…

- no.- interrumpí. – vi como ella te besó el cuello y tu respondiste al toqué, le tomaste la cintura tan rápido porque no te pagaría por quitarle atención.- bajo la mirada.

- Bill…yo no…- la puerta se abrió, en un muy mal momento. Mamá se metía al cuarto con comida en una charola de madera, la colocó en mi mesita de noche y se retiro, sin quitar la mirada de Thomas.

- gracias, mamá.- solo asintió y se fue.

- si tienes hambre, puedes comer de ahí.- tome la charola y la puse sobre la cama.

- ¿tu madre no se cansa haciendo tanta comida?

- ¿a qué te refieres? Si solo es espagueti.

- ah…- pareció ser él el único que se entendió.

- ¿no quieres? Mamá hace el mejor espagueti de toda Alemania.

- exageras.- sonrió.

- pruébalo.- tomé un tenedor y enredé espagueti en el, después se di a Thomas,  lo agarró con delicadeza y se lo metió a la boca.

- oh mierda…- siguió masticándolo hasta que lo tragó por completo. –es delicioso...

- aprende a confiar un poco más en mí.

- lo haré. ¿Puedo preguntar algo?- yo asentí, mientras masticaba. - ¿Por qué tu mamá se puso así cuando llegue? ¿No le gustan las visitas como yo?

-  no se que le paso, nunca la vi así por una visita mía.

- qué extraño.

- sí… pero, ahora dime ¿si te prostituyes?

- ¡dejemos de hablar de eso, Bill! ¡Por favor, ahora no hay que arruinar esto, por favor!

- tranquilo. Está bien, lo hablaremos luego.

- esta bien…-  paso su mirada por mi recamara y después me miro a mi. –es muy grande, no puedo creer como es que la tienes tan limpia.

- no me gusta la suciedad.

- quieres decir que, cuando fuiste a mi casa te sentías muy incómodo.

- no realmente, he visto cosas peores.

- ¡¿de verdad?!

- aja...- la puerta se abrió y mis pequeñas perritas subieron a la cama, ladrando a Thomas.

- ¡mierda, quítense de aquí!- gritó, bajando de la cama y poniéndose de pie.

- ¡Kira, Lassie!- me miraron y se sentaron. –ven, Thomas.

- no, no voy a sentarme con esas bestias.

- ¿bestias?, jaja, no puedo creer como Thomas Trümper le teme a dos pequeñas bolitas de pelo. Ven aquí.

- ¿no me harán nada?

- es por eso que quiero que vengas.

- bueno…- se sentó en la cama, al ver que no le hacían nada, suspiró de alivio.

- ¿por qué no les das cariños?

- porque me morderían.

- no lo sabrás si no lo intentas.- asintió y acarició la cabeza de Lassie. Una pequeña sonrisita salió de sus labios. – ¿lo ves?

- es tan suave.

- ¿nunca tuviste mascotas de niño?

- tuve un pez, era amarillo con dos franjas negras, se llamaba Bee.

- ¿Bee?

- abeja, en inglés.- empecé a reír. -¿de qué te ríes?

- lo siento, ese nombre es gracioso.

- ah… ¿cómo dijiste que se llamaban tus perros?

- Kira, es esta, y Lassie es la que tienes tú. Se llama así por una película donde salía una perrita llamada así.

- ¿y Kira?

- la adoptamos, ya tenía nombre.

- ahh. Es muy linda ella, solo mira como duerme.

- nadie la había hecho dormir tan pronto, creo que le aburres.- sonreí.

- no es gracioso, niño. Es porque me quiere más que a ti.

- ¡eso no! ¿Eres cabrón? Ella me adora.

- no lo creo, tendré que llevarla a mi casa.- comenzó a reír.

- ¡sobre mi cadáver!

- ¿ah sí?- asentí. -¡eso será tan fácil!- se abalanzó sobre mí y comenzó a hacer cosquillas en mis costillas.

- ahh…jajajaja ¡THOMAS, DÉJAME! Jaajaja….bájate de encimaaa… ¡hijo de putaa yaaa! ¡Thomaaaas!

- tú lo pediste, ahora te mataré.

- ¡por favooor! ¡Bájate de encimaa!!

- esta bien.- se carcajeo fuerte y bajo de mí. –pero a la próxima no seas tan específico.

- …no lo seré, me sacaste los pulmones…- sonrió.

- siempre creí que eras diferente.

- ¿diferente? ¿Diferente cómo?

- es decir, por tu forma de vestir…creí que serías una persona antisocial.

- yo creí que eras un engreído y egocéntrico.- su celular empezóa sonar, Thomas se levantó de la cama.

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