Voy en camino a la casa de Thomas. Realmente estoy
emocionado de poder salir con él, podré conocer más sobre él y su forma de
pensar, es emocionante. Toqué a su casa y en menos de un minuto él la abrió y
salió. Me miro con una sonrisa grande y entre buscó algo en los bolsillos de la
gran chamarra que llevaba.
- lo tuve que dejar por aquí.- habló con voz baja.
- ¿Qué buscas?
- el puto boleto del metro.- se quitó la chamarra y buscó también en las bolsas de otra
chamarra más delgada que tenía.
- eh…hablando del metro…- me miró. - ¿por qué mejor no
vamos en mi carro?
- porque en el metro nos ahorramos una hora.
- eh, vamos en mi carro, ¿sí?
- cómo eres marica, ni que las personas del metro fueran
peor que tú.
- no es por eso, Thomas… no me gusta ir en esas cosas.-
rodeo los ojos.
- bien, pero vámonos ya o no llegaremos.
- pff, son las 3: 07 de la madrugada.- dije mirando la
pantalla de mi celular.
- sí, y cuatro horas de viaje.
- yo manejaré, no te preocupes.- dije enojado. –ahora
entra al carro y deja de pelear si no quieres llegar tres horas tarde.
Tras dos horas de viaje mi cuerpo empezó a dejar de
reaccionar y mis párpados se cerraban. Thomas me dio un fuerte golpe en la
pierna.
- ¡¿qué te pasa, imbécil?! ¿¡Acaso quieres morir?!-
sacudí la cabeza y mira hacia enfrente.
- lo siento… me muero de sueño…
- para allá.- mire hacia donde él apuntaba.
- ¿para qué?
- ¡TU DETÉN EL CARRO, IDIOTA!- lo miré con enojo y
asentí, deteniéndome frente a esa pequeña tienda en donde había un letrero con
letras que decían “Abierto las 24 hrs.”
- ya, estoy aquí, ¿Qué quieres?
- ¿tienes dinero?- asentí. – pues dámelo.
- ¿para qué?
- ¿te gustaría dejar de hacer cuestionamientos idiotas?
- no.
- ¡dame el dinero!
- ¡BIEN!- saqué de una pequeña mochila mi cartera y le di
un billete, él me lo arrebató enojado y salió del carro, entrando a esa tienda.
Salió de la tienda y camino de nuevo hacia el carro, abriéndolo y entrando en
el.
- toma esto.- esa un café muy caliente que hacía que mis
manos se retorcieran. –y ahora préstame tu lugar, que yo manejaré por ti.
- ¿estás loco?- me miro serio. –no te dejaré manejar mi
carro.
- ¡deja de ser tan idiota!
- ¿para qué mierda lo quieres manejar tú?
- ¡tú vas a matarnos a los dos si sigues quedándote
dormido mientras manejas, puedes dormir un rato y después seguir manejando tú!
Era tan hijo de puta, siempre se salía con la suya y
lograba convencerme de todo, absolutamente ¡TODO! Salí del carro y me metí en
el lado del copiloto mientras Thomas hacía lo mismo pero en el asiento piloto.
Tomé de ese café, pero los resultados no fueron los que alguno de los dos
esperábamos, aun tenía sueño y al parecer, Thomas también.
- mierda…
- ¿Quién era el que iba a matar a quién?- dije con
sarcasmo.
- ¡guarda silencio, marica!- empecé a carcajearme. -
¿podrías darme de tu café?
- si tienes algo en donde te lo ponga, sí.
- eres un puto delicado.- agarró el café y empezó a
tomarle por el mismo lugar donde yo lo había hecho.
- ¡asqueroso!
- cállate…
[…]
- Bill… ¡BILL!- salté con miedo y abrí mis ojos.
- ¡¿Qué quieres?!
- ¡ya llegamos!- talle mis ojos y mire la ventana. Estaba
precioso.
- …ya voy…- salimos del carro, busqué a más personas,
pero no había nadie más. – Thomas… ¿dónde están todos?- él se acercó a mí y
apunto.
- deben haber bajado por ahí, ¿por qué no vamos?- le di
un golpe en el pecho con mis dos manos, enojado.
- ¡¿ERES IMBECIL?! No voy a dejar mi carro en medio del
bosque mientras bajamos a buscar a tus compañeros y nos perdamos gracias a tu
inexistente inteligencia.- me miro serio.
- no, no soy imbécil y que te quede claro que soy yo el
que tiene más inteligencia que un mariconsito como tú. Ahora bajemos.
- mejor baja tú, yo me quedo aquí.
- bueno, pero no subiré por ti otra vez.- me dio la
espalda y camino por un pequeño barranco, con cuidado, haciendo equilibrio con
sus dos brazos abiertos.
- ¡Thomas!- me miro. –Mejor… mejor si voy contigo.-
asintió. Puse la alarma a mi carro y baje con él. – mierda… pura mierda… ¿cómo
los encontraremos? ¿Acaso tienes un GPS para encontrarlos?... Dios mío que puta
mierda, tuve que hacerle caso a Andy… al menos a ti, para irnos en el puto
metro y no dejar a mi carro solo… pero que…
- ¡GUARDA SILENCIO!- me interrumpió, haciendo que ya no
saliera algún sonido de mi garganta. –No tengo un puto “GPS”- dijo imitando mi
voz. –para encontrarlos, ahora cállate.
Seguimos caminando, pero con cada paso, parecía que
Thomas se ponía más y más nervioso. Jalaba sus rastas con desesperación y de su
garganta emitía algunos ruidos agudos.
- ¡QUE PUTA MIERDA!- di un salto cuando lo escuché
gritando tan fuerte.
- Thomas… creo que nos perdimos…
- ¡ya sé que nos perdimos, cállate!- algo que nadie
sabía, era que el estar “perdido” para mi, se transformaba en una horrible película
de terror, en donde un demonio chupasangre me perseguía a la velocidad de la
luz mientras yo intentaba correr amarrado con cadenas en los pies y piedras de
7000 kilos en la espalda.
- t-tienes que saber en dónde estamos… Thomas… mejor
regreso al carro.
- el carro lo dejamos hace más de una hora.
- por favor… hay que regresar… estamos en medio del
bosque… no sabes lo que puede pasarnos…- me miro, y aun serio, se acercó a mí.
- ¿Qué es lo que te pasa? De repente te pusiste así.
- regresemos al carro… por favor…
- no, espera, ¿escuchas eso?- negué. –Ven, vamos por
acá.- camino tan rápido, haciéndome sentir escalofríos por mi espalda, como si alguien
estuviera atrás de mí.
- ¡espérame!- corrí tras él.
- ¡corre, niño, creo que los encontré!
[…]
Llevamos cuatro días aquí; no puedo arrepentirme por
completo de haber venido aquí, pues estoy con Thomas, pero Thomas nunca quiere
hablarme, cuando hay actividades él prefiere irse con otra persona, dejándome a
mi solo. Odio sentirme así, como si Thomas de alguna forma fuera mi amigo y me
estuviera “traicionando”, pero me enoja más que me haya pedido venir aquí con
él cuando no iba a prestarme ni medio segundo de su atención.
Es la hora de cenar, hay una pequeña cabaña en donde lo
hacemos. Subí por las pequeñas escaleras de madera y tome asiento en una mesa
apartada de todos, en donde tenía una buena vista de Thomas y sus nuevas “amigas”
y amigos. La vista era perfecta, lo
podía ver comer mientras sonreía y tal vez contaba algunos chistes, pues todos
reían tan solo segundos después de que él hablara. Era un puto inseguro…
Ahora íbamos a dormir. Siempre lo hacíamos en casas de
campaña, y yo, yo siempre dormía solo. Mi nivel se sensibilidad estaba tan alto
estos días, que siempre lloraba por las noches, extrañaba a mis amigos, no
quería estar con Thomas –o mejor dicho, solo, porque Thomas me ignoraba.-
caminé hacia mi casa de campaña y me eché en el saco de dormir y empecé a
llorar, como si ya se hiciera una rutina diaria.
De repente escuché el ruido del cierre de la casa de
campaña. Empecé a asustarme y fingí que estaba dormido; cuando se abrió por
completo, sentí a alguien meterse y quedarse a mi lado. Apreté mis ojos,
fingiendo que no había escuchado nada y también, que no había sentido como esa
persona se metía.
- hey, niño, despierta.- era Thomas… - ¡despierta!- saco
una risa grave. Y como siempre, el puto sabía cómo convencerme de hacer lo que
él quería. Lo miré. – Estuviste
llorando, ¿por qué?- mierda… lo olvidé….
- no. no lloré.
- si te estoy viendo, no me mientas.
- ¡no estaba llorando!
- bueno, la verdad es que no me importa si llorabas o no.
ven conmigo.
- ¿a dónde?
- habrá una fogata, el maestro quiere que estén todos
ahí, y eres el único que falta.
- ¿para qué voy yo? Pff, mejor me quedo.
- no juegues, Bill, vamos ya, no seas marica.
- no quiero.
- son divertidas, a veces tocamos canciones o contamos historias,
es para conocernos más, al final estaremos dos semanas y media aquí.- sonrió. –Vamos.-
extendió su mano. Sonreí y tomé su mano. Si… otra vez había caído…
Solo…solo… SIEMPRE SOLO… lo odiaba cada segundo que pasábamos
juntos, pero había algo en mí que me hacía perdonarle todo… como si fuera Andy.
“son divertidas” pff, divertido sería colgarlo de los putos huevos por
mentiroso. “para conocernos más” ¡para conocernos más! Esta cosa me hacía
conocer más de él, que era un maldito doble cara, y solo cuando le convenía
necesitaba de mí.
Ahí estaba él, sonriendo con ellos, con todos… y yo
estaba aquí, completamente solo, hasta parecía que lo hacían adrede, o que
Thomas les decía que nos e me acercaran, que era una clase de blasfemia llena
de bacterias. Empecé a llorar, pero a diferencia que las noches anteriores,
esta vez llorada de coraje, de enojo. Desee que una red callera sobre Thomas y lo
ahogaran en un río sin piedad. Me levanté
de ese tronco y camine de regreso a la casita de campaña; un jalón en mi
pantalón me hizo casi caer al suelo.
- ¡hey, niño! ¿A dónde vas?- ese hijo de mil putas.
- ¡DEJAME SOLO, IMBÉCIL!
- ¿Qué te pasa, idiota?- se levantó y me agarró de los
hombros. – de nuevo estás llorando.
- ¡a ti no te importa, déjame en paz!
- ¿te sientes mal?
- ¡no, ya suéltame! ¡SUELTAME!- me moví con brusquedad,
logrando escapar de sus brazos. Camine, dándole la espalda.
- ¡pues vete, maldito maricón!
Lo odiaba tanto… ¡Lo
odio!
Wow pobre de mi bebe, yo que ellos lo acompañaria, hahahahaha siguela!!! :-D
ResponderEliminar