lunes, 14 de mayo de 2012

capitulo 8


Hoy era una actividad “divertida”, era algo en equipos de cuatro y como siempre, fui el último en ser elegido,  y fui escogido por él… ese idiota, ¡lo peor es que me escogió por falta de alguien en su maldito equipo!

Era algo así como un “rally”. La verdad es que no puse mucha atención en las indicaciones de los encargados, estaba pensando en que había sido un completo imbécil. Yo tenía las llaves de mi auto y habría podido regresar cuando yo más quise y en el momento en que se me antojara.

- vamos, Bill ¡nos van a ganar!- Thomas me agarró del brazo y me llevo casi arrastrando tras él. Le pegue un manotazo en su brazo que hizo que me soltara.

- ¡déjame en paz, puedo caminar yo solo!- se puso serio, deteniendo el rápido paso que llevaba, dejándonos a los dos atrás de nuestros compañeros. Negó y salió corriendo, eso hice yo también.

Uno de nuestros compañeros gritó, levantando un papel color azul.

- ¡ya encontré una!- Thomas se apresuró y le arrebató el papel, leyendo con rapidez.
Tal vez yo era un completo amargado que no le veía la diversión a este estúpido juego o tal vez no se la encontraba porque estando solo nada es divertido. Caminaba lentamente atrás de ellos, mirando como sonreían… la verdad solo miraba como Thomas sonreía, después de todo, era él quien me importaba, no los demás. Mi corazón empezó a acelerarse cuando lo vi acercándose a mí con rapidez  y con una mala cara.

- ¡¿Qué mierda te está pasando estos días!?- rodeo mis muñecas con sus grandes manos; y ahí me di cuenta que la fricción rasposa que tuve la primera vez que lo vi, esa que me hizo soltar mis libros con rapidez, habían sido sus manos. Empecé a ponerme nervioso.

- no…me pasa nada…

- creí que íbamos a divertirnos, pero veo que solo me estás echando a perder todo.

- yo también creí que sería divertido, que íbamos a estar los dos juntos ¡pero me has dejado solo siempre!

- ¡no tengo que estar contigo siempre!

- ese es el problema ¡no estás nunca conmigo! ¿Para qué mierda me invitabas si ibas a dejarme como un perro callejero?

- no eres mi hermanita menor a la cual tengo que cuidar siempre, no eres mi mejor amigo para estar contigo, no eres nadie para que yo esté contigo, ¡si no te gusta aquí puedes irte a tu casa!

- ¡con razón Georg dijo que no podría venir contigo, de seguro lo dejaste solo también! ¡Maldito inconsciente! ¡Hasta tu mejor amigo tiene que mentirte para no quedarse solo!

- cállate.- apretó más mis muñecas.

- ¡suéltame, me lastimas!

- eres una puta niña sensible.

- ¡no me llames así!

- ¡¿cómo más te puedo llamar!?

- ¡BILL, IDIOTA! ¡ME LLAMO BILL!

- ¿a quién le importa?

- ¡suéltame ya!

- ¡no, no voy a soltarte!

- ¡SUELTAME YA, ME ESTÁS LASTIMANDO, IDIOTA!

- ¡te dije que no iba a soltarte!

- ¡POR FAVOR, DÉJAME, ME DUELE DE VERDAD! ¡¡SUELTAME!!- dos de los encargados llegaron con nosotros.

- ¿qué está pasando aquí?

- ¡me está lastimando!

- ¡no es verdad!- me soltó.

- ¡mira como me dejaste, HIJO DE PUTA!

- hey, cálmate, niño.

- ¡ustedes tampoco me llamen niño!- grité.

- ¿Qué es lo que les pasa a ustedes dos?- dijo un encargado con voz firme y al parecer molesta.

- ¡que esta niña maricona no nos quiere ayudar! ¡De seguro ya perdimos y todo por su culpa!

- ¡no es verdad! ¡Pasa que ese prostituto me lastimó y me deja solo siempre!

- ¡cállense y dejen de decirse groserías o serán castigados!

- ¡no podrían castigarme con esta prostituta!

- ¡¿prostituta yo, Thomas?! ¡¿EN SERIO!?

- imbécil…- dijo bajando la mirada.

- los dos están castigados, ¡váyanse al área de castigos!-  ¿área de castigos? Jaja.

- no, ¡yo me voy a ir a mi casa!- empujé a Thomas para pasar y regresar a la casa de campaña en donde  yo me quedaba a dormir. Thomas se acercó a mí jalándome del brazo con fuerza. - ¡déjame!

- ¿por qué te vas?- lo mire con enojo y negué sin contestarle. Me moví bruscamente y me zafé de su asqueroso brazo. -¡te estoy hablando!

- ¡ya lo sé!

- ¡pues contéstame!

- no.

- ¿en serio?- lo ignoré por completo, caminando lejos de él. Escuché sus pasos apresurados hacia mí y lo último que vi fue mi cara llena de lodo y escuché sus carcajadas.

- ¡ERES UN HIJO DE PUTA!

- hay, no vayas a llorar, bebé… o no, creo que es muy tarde.

- ¡no estoy llorando!- mentí. Claro que lo hacía, pero lo hacía por coraje.

- ven, ven pequeño mariconcito.- sonrió y se acercó a mí abriendo sus brazos, como si fuera a abrazarme.

- ¡ALEJATE DE Mí!- corrí hacia la casa de campaña, agarré mi ropa y salí de ahí.

- ¿en serio te vas?- lo ignoré de nuevo. Subí por esa pequeña montaña, en donde mi carro esperaba impaciente por irse de este asqueroso lugar.

[…]

Llegué a mi carro y lo abrí, metiendo mi ropa con enojo, azotando la puerta. Pero al darle la vuelta al carro para subir, su rasposa y tibia mano agarro de nuevo mi brazo.

- ¡DEJA DE HACERLO! ¡ME LASTIMAS!

- Bill, por favor no te vayas.

- ¿Qué?- dije en tono de burla. –mejor suéltame ya.

- por favor, Bill, quédate conmigo.

- ¡¿contigo!? Si me quedo, ¡ME QUEDO YO SOLO!

- no te quedarás solo, estaremos juntos, ¿sí?

- ¡no!

- por favor.

- ¡NO, YA DEJAME!

- no quiero que te vayas.- empecé a reír.

- ¡eres idiota o que! ¿No quieres que me vaya? Pff, que eso te lo crea un imbécil ¡yo no soy uno!

- ¿Por qué te vas?- dijo, ignorándome.

- ¡por tu puta culpa! ¡Para la próxima invita a alguien a quien no le importe estar solo!

- perdóname, Bill, te prometo que no lo vuelvo a hacer, pero no te vayas.

No sabía qué era lo que me hacía, no tenía ni puta idea de cómo era capaz de hacer que mi cerebro me transformara en una persona distinta, como si en sus ojos tuviera poderes y me convenciera con esa mirada tan tierna que tenía cuando me miraba, y esa sonrisa que me contagiaba las ganas de sonreír, era ese Thomas del que mi interés se había enamorado y había tenido ganas de saber más de él, sin tomar en cuenta que quizá saber más de él era tan malo, porque sabía de sus vicios, y las cosas a las que era sometido gracias a la falta del dinero.

Pero aun así, a mi cerebro le importaba una semilla lo que pasara o dejara de pasar conmigo y se interesaba en lo que pasara y dejara de pasar con Thomas, como si de pronto se convirtiera en mi alma gemela y supiera lo que siente y lo que está a punto de hacer.

- ¿en serio?- asintió.

- de verdad. No te volveré a dejar solo, pero no te vayas.- sonreí.

- está bien, me quedo contigo.

- gracias, tonto.- me dio un abrazo, haciendo que mi cuerpo temblara de emoción y… miedo.

Y claro, una vez más fui sometido a sus “encantos”, a esa personalidad que me llenaba de interés, a ese carácter tan tierno que tenía… una vez más, fui “hechizado” por Thomas.

2 comentarios: